Ay, que me sabe a poco esa puntuación, sobre todo porque parte de un capricho mío, pero El hijo es una obra maestra del drama casero. Entiéndase esta curiosa denominación como toda toma o situación que esta rigurosamente apegada a lo más concreto y terrenal: nuestros pasos más firmes con los respectivos miedos, a ver...

Olivier arma un personaje que ama lo que hace, que camina, come, duerme, se rasca cuando le pica. También es cierto que sufre, y mucho, frente a hechos con los que nosotros también caeríamos en un sopor amargo, en un gesto de miedo e impotencia. La naturalidad del hábito está tan desnuda que la peli parece una porción de vida, no por nada la cámara se situa al nivel de los ojos y acompaña al protagonista en su pequeña odisea diaria. Hay jóvenes problemáticos por ahí, hay un secreto que establece ese curioso hilo que da movimiento a la trama, ocurren cosas pero a diferencia del cine en general, estos hechos se amoldan a ese eterno merodear de la rutina en donde todo se mide por lentes grises.

El hijo es una grán película, quizás de un ritmo demasiado pausado por seguir a un sujeto tan pausado como su reloj de vida, pero nada se le puede achacar cuando nosotros mismos ponemos los ojos en blanco frente a tanta ausencia de novedad "vital"