Es rara Crazy..., pero no rara en el sentido de que un director se ha propuesto darle singularidad a su propuesta dotándola de gamberreadas estéticas, un gafapasta reprimido, bah. No, Crazy es rara porque su sensibilidad a la hora de transmitir lo que siempre hemos visto no va acorde a la sensibilidad standar de este tipo de pelis. Silencios, gestos únicos para cada personaje, diálogos que rozan el extrañamiento sin perder la ternura, la tragedia, la emoción a flor de piel. Todo esto es Crazy: un collage aparentemente coral que de todas maneras se centra específicamente en dos o tres personajes que llevan el volante argumental. Veo que está dirigida por dos directores, esa mezcla de estilos se palpa, y mucho. Porque le otorga a la propuesta cambios de mirada y perspectiva de manera casi constante. Es cierto, no innova desde su inicio y mucho menos desde su dilatado desenlace azucarado; pero el nudo es una caja de pandora exquisito lleno de criaturas adorables. A resaltar eso: no tanto su honestidad, que es honesta, sino la dignidad de cada uno de los personajes. Crazy da cátedra de dignidad y humanidad. Le pasa el trapo a tanta comedia pantalla y moralina blabla para alzarse como una de las pocas propuestas que pone el acento en la nobleza espontánea, y no buscada.

Ese es, uno, de los aciertos: Crazy no busca ser simpática, sincera, visceralmente adorable. Simplemente tiene algo para decir sobre un montón de seres y al hacerlo desnuda su hermosa transparencia.