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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
8
Drama. Comedia Adam es un joven de 27 años al que se le diagnostica un cáncer. Con la ayuda de su mejor amigo, su madre y una joven terapeuta de un centro de rehabilitación, Adam descubre cuáles son las cosas más importantes de la vida. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leyendo a vuelo de pájaro las críticas oficiales sobre 50/50 pude observar que le atinaron a varias descripciones, estuvieron bastante unánimes a la hora de valorar su honestidad y no dudaron en hacer eje sobre las más que correctas actuaciones. Sin embargo, me sorprendió que ninguna de las críticas reparara en una columna vertebral que corre en paralelo al bendito cáncer: la ira que se desata en el protagonista.

Hablamos de la transformación gradual de un personaje que no sabe conducir por considerarlo peligroso; que no consume drogas porque no "van con él"; que se viste de gris porque siempre debe estar correcto dentro de su medio y que saluda con un estrechón de manos a su amigo bribón pero de fierro que previamente quiso hacer chocar los puños. La mesura del protagonista alude a ese lugar común del sujeto atado a ciertas convenciones y que de pronto recibe una noticia que lo descoloca.
"Si no logro hablarte con naturalidad es porque te odio demasiado", con la mueca socarrona respectiva. Una buena rapada para dar a entender que el cáncer le está oxidando la cabeza. Unos cuantos porros y a la mierda con todo, hasta con el cuadro horrible de esa yegua que supo ser su novia: 50/50 pone el acento en el sentimiento de desquite, a diferencia de otras propuestas similares que hacen foco en la redención, o en el gastado carpe diem. El protagonista no enloquece. Su resentimiento actúa como liberación, no como síntoma de un reviente personal. Por momentos la peli se vuelve agresiva y intimidatoria porque su sentimiento es único y avasallante; sin matices ni dobles caras, sin un "en que me estoy convirtiendo ahora" con el posterior arrepentimiento. Ahí radica su honestidad: "me estoy muriendo, carajo". El resto es pura retórica.

De ahí el diseño de unos personajes con una sola cara. Cada cual a su manera tiene algo que expresar y lo hace sin dobles discursos. Un solo personaje muta en sentimientos, o los esconde, o los traiciona. Y la peli no tiene compasión ante ese tipo de hipocresía. Entonces el cuadro arde.
Juan Rúas
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