Se podría decir que si exprimes una fruta, ajena, y de ésta sale jugo...pues la cosa se ha dado naturalmente. Algo muy distinto resulta querer exprimir y sacar jugo destruyendo la fruta: o sacaste mal el jugo o la fruta no te pertenecía del todo. Yo me decanto por ambas posibilidades, porque veo falencias de distintas naturalezas que se combinan de forma muy evidente.

Siete... es un homenaje que tiene algo de imitación (no como plagio sino como estructura mimética) y algo de improvisación calculada. Homenajea a tantos autores que termina por perder voz propia. Esa tenue voz propia es el carácter caótico de la peli que va mutando: por momentos establece narraciones en off, por momentos aborda la linea temporal propiamente dicha y en el medio el meta texto, o meta cine. La coherencia interna no existe, o nunca se consolida, porque la trama va tomando forma al irse hilvanando las digresiones, algo intencionado. El problema radica en que el cáos nunca adquiere consistencia, nunca llegamos a percibir la peli en esencia, solo fragmentos inspirados que corren detrás de un objeto impreciso. Ese objeto impreciso es el homenaje a externos: algo de Tarantino, algo de los Cohen, algo de ese amor sin palabras de un director frente a su vocación de tal. Por ende el resultado se traduce en situaciones, no en una historia. Situaciones que remiten a...pero que carecen de fuego propio.

Siete psicópatas es difusa, el trabajo de un director que se dedicó a su afición y no a su profesión. Su amor ciego es fascinante y alarmante por partes iguales.