El mundo ya no les pertenece a los humanos, los vampiros se han ido abriendo paso hasta lograr el dominio casi absoluto del planeta. Ahora los chupasangres se organizan de acuerdo a las mismas estructuras jerárquicas que solían mantener en vida: son una comunidad, velan por su bien. Pero, por supuesto, allá afuera hay humanos agrupados en colonias...
Y hay vampiros primitivos, desagradables...
Y la sangre se acaba...

Los hermanos Spierig tenían suficiente historia para movilizar a su peli, el guión es rico y se presta para cualquier variación. Pero a mi gusto la obra peca de ser demasiado tímida, nunca se aleja del centro y cuando lo hace vuelve inmediatamente al relato más epidérmico. Prefiere focalizarse en persecuciones y giros de ciencia ficción en vez de, por ejemplo, mostrarnos un poco como funciona esta singular sociedad. Si lo hace es a través del eje central, no podemos ver a los personajes más allá de sus roles estereotipados, no hay atisbos de intimidad ni de inquietudes que trasciendan el "falta la sangre".

Lo curioso es que se deja ver una doble lectura de caracter social: los vampiros aportan a un sistema capitalista y depredador. La sangre es el alimento y falta la sangre, por ende los más pobres quedan marginados hasta transformarse en escorias sociales. Las fuerzas públicas mantienen el control de una pirámide evidente. Pero todo esto apenas se plantea, y lo paradójico es que parece ser el verdadero mensaje, no las explosiones, los tiros ni las emboscadas.

Timidonga, Daybreakers apuesta a lo fácil y seguro. No es que le vaya mal, entretiene al menos. Pero ver semejante diamante en bruto sin explotar da un poco de bronca.