Hay que tener una imaginación histriónica para poder fusionar dos elementos tan explosivos como la locura y el melodrama o, más precisamente, la locura dentro de un género tan sobrecargado en sus tintas. El resultado de Que el cielo la juzgue se ajusta a lo que cabría esperarse de este tipo de propuestas, con sus virtudes y defectos.

Porque si esa mirada eterna de la prota, cuando la pareja apenas se conoce, contenía en sus entrañas todo el germen destructivo que se daría a continuación, el género se encargaría de explicitarlo a niveles estrámboticos. Esto puede apreciarse como un defecto, pero también vale destacar que el melodrama siempre se eleva a niveles cuasi grotescos de auto explicitud. Mal que le pese al espectador moderno, esas fórmulas eran las que el otrora público pedía.

De colores cromáticos sobrecargados, dramatismo afectado y una historia que conforme avanza va eliminando cualquier rasgo de sutileza, Que...posee un ritmo adecuado. No así su guión, obviando sus límites difusos de verosimilitud argumental aun así resulta complicado adentrarse en ciertos giros como el del juicio, un completo delirio, ni hablar del final. (Spoiler)

La peli de Stahl sabrá ser disfrutada por los amantes del cine más clásico mientras quew quedará muy a mitad de camino para otro tipo de público.