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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
9
Drama Randle McMurphy (Jack Nicholson), un hombre condenado por asalto, y un espíritu libre que vive contracorriente, es recluido en un hospital psiquiátrico. La inflexible disciplina del centro acentúa su contagiosa tendencia al desorden, que acabará desencadenando una guerra entre los pacientes y el personal de la clínica con la fría y severa enfermera Ratched (Louise Fletcher) a la cabeza. La suerte de cada paciente del pabellón está en juego. (FILMAFFINITY) [+]
30 de enero de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jack, en su primer oscar, nos entrega la caracterización de un convicto que se hace pasar por loco para evitar los trabajos forzados de la prisión. Una vez en el manicomio, dará cuenta de que su elección le costará muy cara.
Ambientada dentro de un contexto muy alejado de los manicomios convencionales, pasillos lúgubres y oscuros donde habitan las peores "miserias" del hombre, Forman prefiere la luz y los espacios abiertos. Los personajes que rodean a Jack también se alejan del prototipo del loco común, ensimismado en sus pensamientos y sin posibilidad de comunicación, para dar lugar a sujetos simpáticos de carácter inestable.
De esta forma, Alguien voló... adquiere tonos mucho más amenos y llevaderos porque el contexto a nivel general es agradable y ciertas peripecias argumentales resultan bastante cómicas; si bien el asunto se vuelve más y más dramático a medida que avanza la peli.
Pero es justamente esta amenidad la que dispara una gran cantidad de interpretaciones posibles, puesto que el concepto de la locura no queda claro y abre varios interrogantes a futuro.
Por un lado, los pacientes, en su mayoría, aparecen allí a voluntad y no por mandato social. Esto es muy relativo puesto que las fuerzas opresivas del lugar (y estas no poseen nada de cómicas) hacen lo posible para que ellos no se vayan. Por otro lado, el protagonista sin estar loco parece el más desequilibrado de todos y sufre por ello pero esto se dá justamente ante su desapego a las normas: la locura deja de ser tal si te sumís a un plan determinado e impuesto, tus horarios, tus comidas, tus actividades serán guiadas por aquellos que quieren hacer de tí un individuo "funcional"; las premisas de la película podrán presentarse bajo un envase cómico, pero son mucho más serias y comprometidas de lo que parecen en un comienzo.
El final actúa a modo de alegato simbólico y de hecho funcionó tan bien que hoy por hoy es recordado como una de las escenas más significativas de la historia del cine.
Juan Rúas
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