Digamos que los hijos se parecen a los padres...hasta un cierto punto. Fear comparte el mismo material genético que The walking dead pero ya va dando los primeros pasitos por su cuenta.

Independientemente del apocalipsis zombie, Fear también reune esa vocación por retratar personajes y desarrollar la manera de interactuar entre ellos. La sorpresa aquí (muy grata) es el salto temporal hacia un mundo aún no colapsado. La cosa viene mediante pistas que el espectador ya de vuelta con el mundillo presentado sabe leer con facilidad. El armado del climax prescinde de lo obvio (ya sabemos como acabará el planeta) y se detiene más en la forma de sentirlo de sus personajes. La empatía se logra en el tramo final. Previamente se generan algunos rodeos que no vienen a cuento, pero no empañan demasiado el interés.

Buena la idea de un hijo drogadicto y maltrecho, puesto que se construye a partir de él una sensación de vulnerabilidad que se multiplica, sobre todo teniendo en cuenta la que se les viene a todos.

El piloto no expone sus cartas. Deja muchas guardadas y está bueno, porque las posibilidades a la hora de jugarlas son muchas, y aún no sabemos a ciencia cierta para que lado se volcará Fear cuando ese mundo se caiga a pedazos.