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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
5
Comedia. Drama. Romance Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro. (FILMAFFINITY)
17 de marzo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los férreos cinéfilos la verán como una suerte de "volver al futuro": aquellos tiempos que todo lo predecían. En el cine clásico respiraban las esfinges que deparaban el futuro inmediato o, más precisamente, nuestros tiempos. Avances tecnológicos en donde la aparición de la voz era, apenas, la punta del iceberg para un séptimo arte que se descollaría en lo que a técnicas narrativas respecta. En cambio el espectador "común"...también puede apreciarla: contiene actores y formas narrativas muy claras a la hora de transmitir el mensaje. Quiero detenerme en estas dos cuestiones: tecnología y mensaje.

El artista es una peli de nuestro tiempo, a no confundirnos. Posee planos panorámicos inusuales en los 20, un uso del lenguaje caratulado si bien no excesivo pero sí como llamada de atención. Es que El artista...es un ejercicio de estilo que homenajea al cine clásico desde ese mismo ejercicio de estilo. Allí están sus bazas: la peli capta el pasaje del cine mudo al moderno pero está lejos, muy lejos de trazar ese enorme cambio en tanto catársis artística y social. Lo hace desde la crisis personal del protagonista pero estableciéndolo desde una historia de amor que en realidad encubre lo que no hay. Es tan poco lo que el Artista ofrece argumentalmente que pasa desapercibido frente a un colosal dispositivo tecnológico que nos permite "remontarnos a esas épocas", y olvidar que en realidad no es más que eso.

Chaplin, un monstruo de otra galaxia que al hacer oro de sus pantomimas descubrió que el cine hablado lo dejaba afuera en su propia ley, se puso a bailar y a tararear un idioma inexistente pero precioso en donde él encontró una patria. Patria que jamás abandonaría, al margen de sus incursiones discretas en el cine hablado. Aquella danza desesperada y que no ocupó más de cinco minutos en pantalla le pasa el trapo a todo El artista: porque esconde más, porque su mensaje es universal, y no anecdótico, porque captó el momento. El artista no capta un momento, vuelve a él como se vuelve a un recuerdo que levanta escozor en los más adultos. El público actual puede maravillarse ante una peli hecha hoy con esa técnica, y ahí está la diferencia: si el cine era mudo lo era porque no había otra forma de hacerlo. Si el Artista es muda lo es porque hoy por hoy tenemos los medios como para hacer pelis habladas y la técnica para generar variables, por ejemplo El artista.

Esto no es un error, es un detalle inevitable: El artista jamás podrá captar una carencia y hacer del resto un sostén "a falta de". Bajo el concepto que maneja, no hay diferencias entre esta peli y cualquier otra que pertenezca al género experimental. Hagamos de cuenta que falta la voz y el sonido, apenas eso, y ese sueño que tiene el protagonista en donde los mundos se fusionan en una suerte de realismo mágico meta linguístico vale más que toda su breve historia.
Juan Rúas
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