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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
7
Drama. Ciencia ficción Justine (Kirsten Dunst) y su prometido Michael (Alexander Skarsgård) celebran su boda con una suntuosa fiesta en casa de su hermana (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland). Mientras tanto, el planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra... (FILMAFFINITY)
30 de octubre de 2011
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Trier resulta difícil juzgarlo, por lo general propone productos extremadamente ambivalentes. Por un lado tenemos su eterna sugerencia formal, acompañada de tramos visuales solemnes que rozan lo espectacular (emocionalmente hablando). Por otro lado, su poesía es tramposa: busca la belleza generando trazos de brocha gruesa que, paradojalmente, alcanzan lo grotesco. Ese es su mundo: una naturaleza en eterna contradicción que parece presentarnos la belleza en forma de pequeñas pústulas purulentas.

Anticristo, sí, todavía la tengo grabada en la retina, se acerca al mensaje de Melancolía. Solo que en este caso la sugerencia está más al alcance de la vista, y no del estómago. De todas formas sus canalladas brillan: que un planeta se llame Melancolía luego de barajar semejantes valores humanos/universales borda lo burdamente explícito. Y aún así, muy a pesar de esos apartados visuales y narrativos tan hipnóticos que Trier nos tiene acostumbrados, Melancolía ofrece un punto de vista que no logra integrar "sanamente" sus dos historias.

La primera historia desparrama una desesperación pasiva que de tanto acumularse termina por explotar de las formas más perversas posibles. Pero no hay un puente claro entre la boda y el bendito planeta; mejor dicho, conceptualmente la idea se comprende y sin embargo la unión no deja de ser casi un capricho, casi arbitraria. Esto provoca que el síndrome Trier siga existiendo: que sus objetivos artísticos sean tan irreprochables al extremo de permitirle ir un poco más allá de lo realmente debido. Entonces todas sus intenciones culminan plasmadas en forma de bizarradas hermosas, pero bizarradas al fin.

Trier es un tío tan pero tan capacitado que ha sobrepasado sus propios objetivos. Y cae como cohete desviado al confundir el arte con, digámoslo de una forma simple, "hacer cosas raras". Melancolía es su hijo pródigo en la materia, lo mejor y lo peor reunidos de tal forma que es imposible no admirarla, pero que tampoco es posible no advertir sus miserias.
Juan Rúas
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