Explosiones, acción y tiros. En el medio de la estampida general Travis se toma el trabajo, logrado o no, de por lo menos intentar darle una forma original a la propuesta. Eso sí, una vez que termina el asunto te das cuenta de que esa forma no es otra cosa que un rebusque para salir de la mediocridad general. Del género y de la peli misma.

No hay rigurosidad. Que problema puesto que, de haber pulido gruesos detalles, la peli podía haber sumado de lo lindo. Pero no, como si la forma de miradas entrecruzadas valiera por sí sola y prescindiera de todo lo demás. Por ejemplo de cierta coherencia interna. A esa complacencia es difícil salvarla, y parecería que nos quedamos sin nada. Un bodrio total.

Sin embargo la peli es mirable, te tiene hasta el final. ¿La pegó Travis? Sí, pero no en su mayor carta que era la estructura. La pegó en el ritmo. Para lo verdaderamente indispensable en una peli de acción no le erró. No siempre es frenético, el punto de vista del presidente, ubicado en la zona media de la peli, presentó un punto muerto, bastante lento, que actuó como puente entre los disparos. Bastante hábil.

En el punto de mira, tiene un buen título. Pero si las miras no difieren significativamente unas de otras no hay mucho que hacerle.