Unas lentejas gigantescas aparecen en diversos lugares del planeta. Dentro viven unos graciosos calamardos de siete tentáculos que se comunican con la pavisosa supersabia y joven lingüista a través de ojetes de tinta china. Ella es supernice, soft y profunda. La música resalta ese carácter tan modosito y dedicado. Por supuesto que hay escenas de maternidad y amor filial, es una película americana ultraconservadora, no pueden faltar. Quien se crea estos mensajes tiene un problema. Seguro que incluso Donald Trump concordaría.