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Voto de ANDRES QUINTERO:
8
Drama. Intriga. Thriller Ree Dolly (Lawrence) vive en una zona rural de los montes de Missouri. Es una chica de 17 años que tiene que hacerse cargo de su familia en una situación de extrema precariedad. Su padre Jessup, tras salir de la cárcel en libertad condicional, ha desaparecido misteriosamente y, si no aparece, en pocos días perderán la casa donde Ree vive con su madre enferma y sus dos hermanos pequeños. Encontrar a su padre se convierte entonces para la ... [+]
24 de junio de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pudiendo clasificársela como un thriller, en Lazos de sangre, la última película de la directora americana independiente Debra Granik, lo más importante no es, aunque también la hay, la resolución de un misterio. El peso del relato no recae sobre el desenlace de una intriga sino sobre los personajes que la pueblan y transitan. Se trata de unos seres profundos y densos que viven su drama exteriorizando apenas unos mínimos trazos de todo lo que les acontece por dentro. La intriga hubiera podido resolverse de otra forma o incluso no resolverse; en Lazos de sangre lo que importa es la forma - desgarradora, contenida y digna - como sus personajes afrontan su destino.


La Granik renuncia con maestría a todos los enganches tradicionales, no sólo del thriller habitual, sino del propio relato cinematográfico. No hay belleza - no al menos como solemos esperarla - ni en los personajes, ni en los ambientes, ni en los paisajes que los circundan; tampoco hay esos ritmos trepidantes o esos tonos envolventes con lo que aprendimos a emocionarnos o apaciguarnos. Hay, por el contrario, un ambiente desvencijado y desolado por el que a tropezones se mueven unos seres marginales, unas sombras vivas cargadas de dejadez, dolor y pecado.

¿Cómo puede entonces cautivarnos una historia desprovista de todos esos enlaces, de todos esos encantos con los que solemos asociar el placer de ver una buena película? Lazos de sangre lo logra deteniéndose, casi que morbosamente extasiándose, en el drama de unas criaturas dejadas de dios y del mundo pero, sobre todo, en el alma convulsa y confusa de una joven dispuesta a soportar las más difíciles pruebas si con ellas se abre para su familia cuando menos la probabilidad de seguir contando con un techo.

El mérito de Lazos de sangre está en la contención perfecta de su ritmo, en la inusual recuperación del sentido esencial y primario del relato cinematográfico. En Lazos de sangre se hace evidente que mientras que lo explícito es muchas veces redundante, lo implícito siempre se abre a una infinita gama de posibilidades.


La actuación de la Lawrence es impecable como lo es también, sino más, la de Hawkes. Actuaciones hacia dentro, sin rutilancias, sin esos cadejos que han ido uniformando y por ende contaminando las actuaciones del cine comercial.


Para terminar, un elogio de género: se siente, a lo largo y ancho de la película, la conducción femenina de la Granik y se la siente no propiamente por la delicadeza o la dulzura de sus imágenes que ciertamente no las tiene, sino por esa capacidad, con el solo bien mirar, de extraer de las personas, las situaciones y las cosas, más allá de sus transitorias apariencias, su más íntima esencia. La última escena, tan contenida como conmovedora, es una muestra magistral de esa destreza. Muchas películas pasan, muy pocas, como Lazos de sangre, se quedan.
ANDRES QUINTERO
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