Hasta de las mayores estupideces que nos auto infligimos, como el hecho de no comer. No se si esta película tiene vocación de ayudar realmente a las personas anoréxicas, pero como película de entretenimiento -y esa debe ser la máxima de cualquier director ante todo, la voluntad de entretener explicando algo- flojea bastante.
El porque sí de los comportamientos de los protagonistas los hace bastante odiosos, buscando coartadas en las menores tonterías que la vida les ha puesto en frente para la autocompasión tardo adolescente. Qué no haríamos los que ya clareamos y tenemos problemas en forma de vástagos...
La protagonista Collins lo borda, incluso en su mohín borde que es perfecto para su personaje. Keanu, pues en modo Keanu: parece que acabe de salir o vaya a entrar en un templo budista, esto es, tancredo 2.0.
Hay buenismo a raudales y amago de drama sin solución, pero al final el mensaje es positivo y positivista. La razón de la sinrazón se quita con dosis de espejo y reflexión...y comiendo!!
Nota: 5,25.