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España España · barcelona
Voto de avanti:
7
Comedia. Cine negro. Intriga Rigby Reardon es el mejor de los sabuesos. Es un tipo duro, dispuesto a investigar lo que sea. Juliet Forrest lo contrata para que investigue la misteriosa muerte de su padre, un célebre científico, filántropo y fabricante de quesos. Reardon enseguida huele algo sospechoso, y sigue un intrincado laberinto de pistas que le llevan a las “Carlotta Lists”. Contando con la ayuda de algunos colegas, intentará atrapar a los culpables. (FILMAFFINITY) [+]
8 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cliente muerto no paga (1982) es una película del multidisciplinar realizador Carl Reiner: actor, director, guionista, productor y cómico, natural del Bronx donde nació en 1922. Llegado a la veintena actuó en musicales, trabajó en televisión, se inició como guionista y productor. Es, a partir de 1967 que dirige sus primeros films, colaborando con Steve Martin en varias realizaciones a partir de los años 70. En 1982 dirigió la singular Dead men don’t wear plaid (Cliente muerto no paga), en un destacado montaje con la inclusión de clásicos del cine negro, que durante más de dos largas décadas ocupó las pantallas de multitud de salas oscuras iluminadas por el variable haz de luz del proyector, el inquieto y expectante público y los inevitables sonidos de los ruidosos recipientes de palomitas.

Con guión de Carl Reiner, Steve Martin y George Gipe, Cliente muerto no paga, se ha convertido en un respetable homenaje al cine negro de gánsteres, exterminadores, mujeres fatales, rudos e introvertidos investigadores de lo ajeno, ambiciosos expropiadores e indolentes malvados aspirantes a dominar el mundo a cualquier precio. El poder y la ambición se cogen de la mano para hacer realidad las aspiraciones ocultas del malvado Field Marshall VonKluck (Carl Reiner), pero la inquietante sagacidad del detective Rigby Reardon (Steve Martin) y la proverbial ayuda de su cliente Juliet Forrest (Rachel Ward) harán entrar en acción a míticos personajes del género policiaco desde las oscuras sombras de la noche que todo lo cubre.

Con la ayuda de exterminadores, histéricas rubias, alcohólicos en dura remisión, sobornos, bellas espías, oscuros gánsteres, sórdidos escenarios, sospechosos e incómodos viajeros, peligrosas relaciones, ambiciosas aspiraciones, intransitables caminos o apasionadas visitas surgidas de la casualidad, además de un considerable contingente en forma de atrezzo, redondea el resultado final de cómo mínimo, un inquietante metraje noir en clave de comedia que se pasea con sus carismáticos personajes entre la parodia y el género policiaco desde la dirección de Reiner, convirtiendo esta cinta en un tributo al cine negro que a lo largo de dos generosas décadas, (tres si contamos sus titubeantes inicios en los años treinta), inundó las salas de medio mundo de un público expectante, receptivo y deseoso de vivir las aventuras de sus héroes desde la butaca, que no era ni es poco.

Al elaborado guión de Carl Reiner, George Gipe y Steve Martin, hemos de añadir la música del oscarizado Miklós Rózsa, el veterano trabajo en la fotografía en el inseparable blanco y negro de Michael Chapman, el vestuario de la gran Edith Head, y la siempre necesaria producción, en esta ocasión a cargo de David V. Picker y William E. McEuen, que nos da en su conjunto un ejercicio de saludable inmersión en el cine negro donde la corrupción campaba entre buenos, malos, y un escéptico sabueso que todo lo solucionaba de la mejor manera posible.

Para descubrir a los ‘clásicos invitados’ insertados en esta singular película, no existe mejor manera que dejarnos seducir por un más que aceptable hilvanado de los emblemáticos títulos del género que tan acertadamente editó el veterano Bud Molin bajo la dirección de Carl Reiner en 1982. Solo tenemos que verla y disfrutarla y, a ser posible, con la suficiente transigencia para gozar, como pocas veces del factor sorpresa y de un inusual reparto reunido en 89 minutos de film noir que como en este caso dan para mucho, que no es poco.
avanti
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