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España España · barcelona
Voto de avanti:
10
Comedia. Romance Sean Thornton (John Wayne), un boxeador norteamericano, regresa a su Irlanda natal para recuperar su granja y olvidar su pasado. Nada más llegar se enamora de Mary Kate Danaher (Maureen O'Hara), una chica muy temperamental, aunque para conseguirla deberá luchar contra las costumbres locales, como el pago de la dote, y, además, contra la oposición del hermano de su prometida (Victor McLaglen). (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford (1894-1973) elevó el western a la categoría de género clásico. Dignificó el puro cine de entretenimiento, trabajó su oficio abstraído y siempre convencido de sus propias decisiones técnicas y profesionales, algo intransigente con quien le sugiriese rodajes, escenas, enfoques de cámaras, contrastes...El gran valor de Ford fue que además de aprender los primeros pasos en el cine con su hermano Francis, Ford nació con el don de la inestimable creatividad así como el de componer y visualizar antes de rodar, incluidas peleas y bebidas entre insaciables pendencieros, pocos apacibles buscavidas y gente de bien que solo quiere vivir en paz. En El hombre tranquilo (1952) Sean Thornton (John Wayne) va al encuentro de sus orígenes irlandeses. El amor por su lejana Irlanda, inculcado principalmente por su madre, hizo que a lo largo de su carrera recordara sus orígenes maternos. En opinión de Roddy McDowall, Maureen O'Hara (Mary Kate Danaher en la película) "era el tipo de mujer fordiana que mejor representaba su ideal femenino".

Sean Thornton, ex boxeador, regresa a su Irlanda natal con la intención de recuperar Blanca mañana, su casa materna, y olvidarse de un pasado reciente no deseado. Entre indolentes maquinistas, y curiosos lugareños en la estación de Castletown, consigue ser atraído por Michaleen Oge Flynn (Barry FitzGerald) el casamentero oficial de Innisfree, receloso del recién llegado yanqui gigantón. Sin solución de continuidad, Ford nos presenta por el camino a la absorta pastora Mary Kate, al incansable pescador Padre Peter Lonegan (Ward Bond), a la discreta viuda Mildred Natwick, al embrutecido hermano de Mary, Will Danaher (Victor McLaglen) y particularmente a breve y entrañable aparición de Tiny Jones como la Criada de Mrs. Natwick.

Con todo este elenco, Ford se lanza a contar una de las suyas, a disfrutar de las situaciones, de sus personajes, de sus historias y del 'cacao' entre amenazas y pintas de cerveza que podemos prever sin demasiada dificultad: el intento de prohibir bodas, de ganar agitadas carreras, recibir herencias, aclarar confusiones, enfrentar actitudes, y todo por la felicidad de la pecosa Mary y el grandullón Sean, a lo que se suman Mrs. Elizabeth (Eileen Crowe) y su esposo el reverendo Cyril Playfair (Arthur Shields) en un intento de unir dos almas enamoradas entre tanta intransigencia familiar, donde Will tiene mucho que decir... y poco que ganar.

La sonora melodía de las aireadas trompas del gran Victor Young llamando a la contienda que se vislumbra en el desenlace de los acontecimientos, se une a la obstinación tradicionalista de Mary Kate Danaher. Los sonoros metales, una vez más son la premonición del espectacular desenlace entre Thornton y el iracundo Will Danaher. Las apuestas, el movimiento de masas, la ininterrumpida acción general: ancianos, guías espirituales, moribundos y carismáticas mujeres lugareñas, asisten a la gran pelea por el honor de una herencia no recibida entre el casado y el hermano de la inconformista Mary. La magia compositiva de Ford para los grandes espacio abiertos y los movimientos de cámaras en un largo y precioso encadenado plano secuencia, eleva a magistral y definitiva su intencionalidad: disfrutar y hacer disfrutar del cine como oficio y como diversión.

Tras la batalla la reconciliación, tras el tumulto la calma en Blanca mañana, a lo que ayudaron maquinistas, carretas, rebaños, casamenteros, madres, viudas, solteras, pintas de cerveza y coloridos personajes cargados de primarias bondades junto a reverendos, feligreses, apuestas, pubs, algún despistado coronel, un ruinoso edificio, un tándem, la pertinaz lluvia y ventiladores, muchos ventiladores dirigidos a la iracunda aunque dominada irracionalidad reconciliada de nuestros protagonistas. Nuestro director siempre tuvo presente en su vida profesional que: "Hacer una película es fácil, no es más que un oficio. Es mi trabajo, mi profesión. Así mantengo a mi familia. Amo el oficio y me gusta la gente" (John Ford). ¡Bendita facilidad la de Ford!
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