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España España · barcelona
Voto de avanti:
8
Comedia Una serie de entrevistas, con quienes lo conocieron, nos introduce en la vida del incompetente atracador Virgil Starkwell, que desde el principio estuvo abocado a la delincuencia: durante su infancia vivió sometido y humillado por los chicos más fuertes, y cuando descubrió que su carrera musical no tenía futuro, a Virgil no le quedó más remedio que robar, pero su escaso talento pronto lo conduciría a la cárcel. (FILMAFFINITY)
5 de junio de 2017
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Toma el dinero y corre (1969) no es el comienzo de nada, sino la evolución y la confirmación de un cineasta que se encuentra en los inicios de su progresión artística, su reconocido trabajo como autor de pequeñas narraciones, creador de chistes, su trabajo en TV y la admiración del público como guionista por Que tal, Pussycat (1965) y Lily la tigresa (1966), además de la dirección en la película que nos ocupa, le confirmaron como destacado cómico con clara proyección la importante creación de logros cinematográficos. En pocos minutos Woody nos sitúa en el complicado mundo de un niño criado en los suburbios, defendido por su abuelo e incomprendido por su avergonzado Padre (Henry Left) y por la débil protección de la Madre (Ethel Sokolow). Allen no pierde tiempo para mostrarnos sus preocupaciones por las relaciones humanas.

Los injertos de aparentes documentales describiendo al polémico Virgil dan pie a mostrar las filias y las fobias que de alguna manera ya formaban parte de la particular visión del mundo de nuestro director. El catálogo de sus intereses temáticos evolucionan con el joven Virgil Starkwell (Mitchell Tunick) en los inútiles intentos por hacerse de un espacio en el difícil mundo social que le tocaba vivir entre aspirantes a malos malísimos, inexpertos limpiabotas, rateros de poca monta y conquistador imposible de sus amoríos, siempre le faltaba algo en sus fracasadas conquistas, excepto con la que se convertiría en su mujer en un fracasado intento de robo a la bella lavandera Louise (Janet Margolin), que se nos presenta entre generosos planos generales y románticos planos medios, niebla incluida, topando con la realidad a la que les somete a ambos el complicado destino.

En la comedia del absurdo intencionado, se nos muestra la evolución social de un aparente maduro Virgil Starkwell (Woody Allen) convertido en un ladronzuelo del tirón sin demasiado éxito, haciéndose así con un sitio en la prisión del condado. Había madurado en la escala social. Agentes de la condicional, estirados profesores, psicólogos con rasgos neuróticos y psiquiatras carcelarios, opinan sobre el joven, teorizan, hacen valer sus experiencias profesionales para describir a un sujeto que desde niño no sabía hacer otra cosa que buscarse la vida. Personajes tipo, abonados en el repertorio icónico de nuestro particular cineasta.

Con la responsabilidad que se adquiere al ser padre, obliga a nuestro protagonista, en uno más de sus múltiples intentos de fuga, a escabullirse de la prisión del condado, consiguiendo en poco tiempo ser famoso y reconocido delincuente, la sociedad le admira, da conferencias, explica como su difícil destino le llevó por los inciertos caminos de la delincuencia. Su admirada mujer, satisfecha por el reconocimiento que se le da a Virgil no puede estar más contenta. Antes de un nuevo intento de fuga, nuestro espabilado presidiario se informa para saber si fuera llueve o no.

La peculiar vis cómica de Woody Allen se manifiesta en Take the money and run como la fresca forma de mostrar la indolencia social entre iguales frente al complicado entramado humano, emocional y de supervivencia, donde predominan la perspicacia, el engaño interesado, la apropiación indebida, y la necesidad vital por la supervivencia. Buen metraje de nuestro director de Brooklyn y mejor motivación para interesarse por su obra.
avanti
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