Hay que reconocerle a Sean Penn numerosas aptitudes y actitudes en su labor como director, sin duda, aprendidas en su exitosa carrera como actor. Pero para mi gusto, este film no es lo que se dice redondo y dista mucho de ser notable.

Es su cuarta película como director tras “Extraño vínculo de sangre”, “Cruzando la oscuridad” y “El juramento”. Le llevó casi unos diez años rodarla, hasta que pudo convencer a la familia de Christopher McCandless. Es una película con no muchas ganancias, pero sin perdidas ya que costó la modesta cifra de 15 millones de $, un presupuesto bien empleado.

Empecemos con lo positivo:

1-La elección de la historia.
Acierto al elegir una historia nada común de un personaje, en cierto modo, extraordinario y verdaderamente impactante. Hay que ser muy valiente o estar un poco loco. Un chico recién graduado en la Universidad con notas excelentes, lo deja todo, dona sus ahorros, quema el dinero y se va a vivir a la naturaleza, casi sin nada, abandonando todo, incluída su familia. Quiere ser libre, vivir su libertad “into the wild”.

2-Estupendas localizaciones, sabiamente escogidas y magníficamente rodadas.
No hay duda en el buen gusto en los paisajes escogidos y la manera de rodarlos. Paisajes tan bellos como inhóspitos.

3-Buenas interpretaciones y buen director de actores.
La labor de Emile Hirsch no se resiente en ningún momento, a pesar de llevar casi exclusivamente todo el peso, al ser en la mayor parte del film el único ser humano que aparece. Su transformación, sobre todo física, llega a impresionar. Respecto a los secundarios, Sean Penn ha sabido rodearse de grandes actores (algunos ya han trabajado con él) para apoyar la historia de Christopher McCandless. Estupenda Catherine Keener que se adapta a cualquier papel. Aquí le sienta bien incluso el papel de hippie. Y conmovedor resulta Hal Hoolbrook.

Y ahora lo negativo: