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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
8
Drama. Cine negro Aunque el teniente Scott Burnett, del servicio de guardacostas, padece todavía pesadillas durante su convalecencia, está decidido a casarse con su novia Eve y empezar una nueva vida. Un día, se encuentra en la playa con Peggy, la mujer de un famoso pintor ciego. Scott y Peggy se enamoran, pero ella se siente culpable y no quiere abandonar a su marido. Scott, por su parte, cree que Tod finge su ceguera para retener a su esposa a su lado. (FILMAFFINITY) [+]
21 de noviembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que llama la atención es su corto metraje. Esto se debe, al parecer, a un recorte en el montaje impuesto por los productores por la tensión erótica que destilaba. Aún así, el film es muy interesante, incluso puede haber ganado en algunos aspectos (aunque eso nunca lo sabremos), dotándolo de un cierto halo de misterio por su tono elíptico, sobre todo en lo concerniente a los personajes del pintor y su mujer.

Con una economía de medios patente, pero con una dirección de actores excelente, Renoir consigue una película muy personal, en la que la tensión se palpa en los personajes (la genial escena del acantilado o la de la barca). Las rencillas del pasado, el sentimiento de culpa, el anhelo por liberarse, los celos, y por supuesto, el amor (o casi habría que decir pasión y deseo) confluyen es esta historia.
El barco varado en la playa, posiblemente de guerra en la que Robert Ryan parece haber estado, es la evidente metáfora de unos personajes encallados que no pueden avanzar sin soltar lastre. El epicentro de la trama es la sensual Joan Bennet (“La mujer del cuadro”), a quien Renoir dedica unos planos en la chimenea que parecen ser una declaración de amor.
A medida que se nos suministra información, queremos saber más.

Los tres actores principales están espléndidos. Un ciego Charles Bickford que prácticamente no parpadea en todo el metraje, capaz de ser insufriblemente retorcido, sin cansarse de tirar dardos envenenados, o muy tierno. Una Joan Bennet por momentos enigmática, a veces con apariencia de femme fatale, y siempre bella. Y un potente Robert Ryan, por una vez frágil, sumido en un mar de dudas.

Todo ello hacen de este breve film una obra altamente recomendable.
Gabriel Ufa
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