1. Reese Witherspoon: su interpretación de Tracey Flick hace inolvidable cualquier escena en la que ella sale (pero ya pueden pasar años y años, eh, lo juro).

2. El guión: uno de los más precisos (nada, absolutamente nada sobra), más mordaces (el sueño americano patas arriba), ambiguos (¿malos y buenos? ¿tontos y listos? ¿patéticos y admirables? no, aquí no hay líneas claras de división) y en definitiva inteligentes (activa nuestra inteligencia, nuestra capacidad para entender las cosas) de las últimas decadas ("Quemar después de leer" es una sátira tontorrona a su lado).

3. La dirección: ágil y con un ritmo ajustadísimo que no decae en ningún momento (cosa que no se puede decir, por ejemplo, de "Entre copas", del mismo director) y con una enorme atención a los detalles (por ejemplo, los cambios de peinado de Reese Witherspoon en los distintos flashbacks, por breves que sean).

Si la Historia del Cine es justa llegará a ser un clásico de la comedia a la altura, por qué no, de "Primera plana" de Billy Wilder o "Ninotchka" de Lubitsch.