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España España · Barcelona
Voto de polvidal:
7
Terror. Thriller Sam Lawton (Nicholas D'Agosto) tiene una premonición sobre la destrucción de un puente colgante que causaría su muerte y la de otras personas. La visión se hace realidad, pero Sam se las arregla para salvarse a sí mismo y a algunos otros de la catastrófica tragedia. Sin embargo, Sam y su novia Molly (Emma Bell) descubren que no están realmente a salvo: la muerte los persigue a ellos y a los que sobrevivieron al horrible accidente... ... [+]
26 de agosto de 2011
59 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comentar una película que ya cuenta con cinco entregas en su historial es casi tan inútil como producirla. ¿Existe alguna quinta parte de cualquier saga que merezca mención alguna? Pocas producciones logran traspasar el umbral de la secuela, como máximo de la tercera intentona, sin perder el norte en el camino. Repiten fórmula tan descaradamente como aparecen en pantalla actores de saldo recién salidos de un telefilme juvenil de serie B. Ahí está Fast & Furious como ejemplo perfecto de franquicia delirante con cinco retoños en su haber. Y la maquinaria no parece mostrar síntomas de agotamiento.

Justo lo contrario a lo que sucede con Destino final. Oliéndose el desgaste, la saga protagonizada por la mismísima muerte ha decidido cerrar el círculo en esta quinta entrega, con una aparición especial en el último instante que sólo reconocerán aquellos que, allá por el 2000, vieron la primera parte. Por si fuera poco, los títulos de crédito nos deleitan con un mix de las mejores muertes, en una especie de homenaje de todo menos enternecedor. Para colmo, las cifras en Estados Unidos no han acompañado a la cinta, que ha recaudado la mitad que su antecesora. ¿Motivos suficientes para cerrar el chiringuito? Pues oiga, ¡esperemos que no!

Destino final no es como Saw, que con cada nueva entrega empaña más el historial de lo que fue un brillante debut. La película jamás surgió como aspirante a clásico sino a rebufo del éxito de otros filmes de terror para adolescentes como Scream o Sé lo que hicisteis el último verano. A diferencia de todas ellas, no alarga de forma inverosímil una trama y unos personajes que ya no se sostienen (véase Scream 4). La saga no engaña a nadie: festín de muertes enrevesadamente macabras. Y en ver cómo se las ingenian para hacerlas más rebuscadas radica su única razón de ser.

Obviando la calidad interpretativa de los actores (con doble de Fran Rivera incluido), la verosimilitud de una trama absurda, la mayor o menor sofisticación de los guiones, obviando, en definitiva, todo lo que no debería obviarse de una película, nos encontraremos con una sesión de lo más disfrutable. Pocas veces una muerte en pantalla provoca reacciones tan opuestas como la risa y el miedo. Después de cada escena en la que la muerte se despacha a gusto en su particular venganza, el espectador queda del todo satisfecho por haber recibido exactamente lo que buscaba: puro entretenimiento macabro.
polvidal
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