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España España · Valencia
Voto de Halman:
6
Thriller Tras presenciar un asesinato en un bar, los miembros de una banda de música punk son encerrados en una habitación del local por los autores del homicidio: una pandilla aterradora de neonazis que reivindican la supremacía blanca. Su líder es el dueño del bar (Patrick Stewart), un tipo que no quiere dejar testigos de lo sucedido.

3 de julio de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Green Room es el tercer largometraje del joven director Jeremy Saulnier. Tras Murder Party (2007) y Blue Ruin (2013), el realizador americano dirige y escribe un thriller de terror que poco tiene que ver con sus dos anteriores proyectos. A diferencia de sus dos primeras películas, Green Room es el primer film con un reparto literalmente estelar: el actor fallecido poco después del estreno de la película en España Anton Yelchin, conocido por su personaje en Star Trek, ejerce de protagonista mientras que Patrick Stewart, que también tiene un importante papel en la saga intergaláctica, es el principal antagonista en este nuevo proyecto.

En Green Room, los miembros de una banda de hardcore punk tocan en un local neonazi y, tras presenciar un asesinato de una chica, son encerrados en el backstage para que se resuelva el incidente. A partir de ahí, los jóvenes vivirán junto a una amiga de la fallecida una pesadilla de la que pocos saldrán con vida. El grupo de extrema derecha, liderado por el dueño del lugar (Patrick Stewart), tratará de eliminar a los testigos del crimen de cualquier forma posible.

Sin duda, el principal punto fuerte de Green Room y sobre el que no puedo ser objetivo es la muestra de la cultura hardcore de los 80 y 90. Los fanáticos de la música hardcore y punk, entre los que me incluyo, disfrutarán a lo largo de toda la película con los guiños a grupos simbólicos de este estilo como las camisetas de los protagonistas de Dead Kennedys y Minor Threat o las alusiones a grupos como Cro-Mags, Misfits o Fugazi. El clímax para estos fans llegará con la cover de Nazi Punks Fuck Off que hace el imaginario grupo Ain’t Rights frente a un grupo de enfurecidos neonazis.

Otro de las fortalezas de la película es que va al grano: a los diez minutos de metraje los protagonistas ya se encuentran en el local de extrema derecha y las cosas tardan poco en torcerse. Esta fórmula es perfecta para películas de este tipo ya que el introducir a los personajes no genera mucho interés al espectador más allá de identificarlos y empatizar con ellos. Sin embargo, esta prisa por ver escenas sangrientas hace que algunas acciones de los personajes resulten ilógicas e tengan una pizca de humor negro.

Al meter tan rápido en situación al espectador, Green Room logra crear una atmósfera asfixiante a la altura de las circunstancias. Con el concierto de Ain’t Rights, las pintas de los neonazis y la negociación una vez ya captivos, el espectador sufrirá la tensión y el miedo por los que pasan los jóvenes. No obstante, Saulnier no sabe mantener esta atmosfera irrespirable y sobre la mitad de la película pasamos de sufrir como los personajes a ser meros espectadores de la acción, que se convertirá en la típica situación del ratón y el gato.

El nuevo trabajo de Jeremy Saulnier no aporta nada demasiado novedoso al género más allá de la mezcla de terror con una lucha entre dos ideologías que, cabe decir, podría haber sido reflejada más claramente en pantalla. Sin embargo, es una película con mucho ritmo donde todo está planeado y donde el espectador sufrirá en sus propias carnes la tensión bien creada. Saulnier logra consolidar su filmografía con actores de renombre pero manteniendo la filosofía del cine independiente americano que le caracteriza. Sea como sea, el espectador se divertirá con el buen thriller de superviviencia que es Green Room, y esto es lo que cuenta en este tipo de películas.
Halman
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