Notable proyectil por parte de Padawan Consolador que contra todo pronóstico se cuela en mi top de películas del año.

No recuerdo ahora mismo unas interpretaciones tan inmensas, tan crudas y certeras como las que se descubren en tirano, ni por asomo, al menos este año.

Pedro Muletas regala una abrasadora lección de poderío y furia desatada, y una tal desconocida Olivia Colman, firma otro monumental rodillazo en las pelotas, he acabado frotándome los ojos y pellizcándome el escalímetro para ver si no estaba soñando, la verdad, bajo mi punto de vista, un insulto que no estén nominados.

Aunque es cierto que Tirano no cuenta nada nuevo y pueda resultar previsible, me ha resultado cercana, sucia, decadente y con momentos en ebullición francamente convincentes con dos titantes en efusivo estado de gracia como Muletas y Colman que si no firman los papeles de sus vidas, andan cerca.

Sobrecogedor y con ganas de imprimir en poster de gran tamaño, Muletas en su butaca odiando el mundo, defecando contra todo, con su click en la cabeza tonificando la mirada, qué grande por favor.

No, Tirano no es original, ni pasará a la historia, pero cuando Muletas se sienta en el trono aplaudo y vuelvo aplaudir.

Se despide desde Córcega.

El hombre que preparaba la nata de los pasteles ordeñando el pergamino de Dikembe Mutombo, el hombre que localizó el colchón de Risto Mejide y decidió colocar chinchetas y un rodillo para sacudir mientras disfrutaba de los saltos hasta el techo y escuchaba gritos incesantes, el hombre que se deshizo de Carmele Marchante torturándola con un vídeo de Iturralde González en ropa interior, el hombre que hizo y deshizo el cráneo de Platini, siempre vuestro, Robocop Ostertag.