La película vale la pena verla porque está hecha con cariño y con sumo cuidado para que la historia no se vea distorsionada por las imágenes que podrían haber sido morbosas y manipuladoras. Además tiene unos actores que se han entregado absolutamente a su interpretación sacando registros que al contrario hemos visto llenos de comicidad en otras películas. No es un tema nuevo, muchas películas clásicas han tratado el tema del secreto de confesión, pero aquí es interesante la unión con el tema de la homosexualidad. La música es demasiado religiosa, o al menos a mi me lo parece, pero está bien situada. El espacio en el que se desarrolla este drama personal es perfecto, los ambientes son los adecuados, sirviendo el ambiente del obispo como punto de comparación. Y el tiempo es lineal y muy fácil de seguir que es lo que se pide en estas películas que te hacen pensar tanto.