El guión tiene un buen planteamiento de arranque hasta el punto que casi desde el principio quieres saber que le va a pasar al protagonista, que por otra parte atrae al espectador con sus encantos y encantadora actitud. Pero llega el momento en que se mezcla la vida del protagonista con el papel que tiene que interpretar en la obra del colegio, “El sueño de una noche de verano” y entonces empieza a fallar la credibilidad de la historia. Ya vemos demasiado pronto que la pócima será la solución a sus problemas, pero tanto como para que afecte a todo el colegio y al pueblo, es increíble. Pero, vale, vamos ha entrar en la ficción de la obra teatral que representan y la forma en que la representan, como en tiempos de Shakespeare todos son chicos, y conseguimos encontrarle su gracia. Ahora bien, que la realidad supere a la fantasía, eso hay que hacerlo muy bien para que te lo creas. ¡Qué bien le quedan los pantalones al protagonista!