La película avanza por una trama policial simple y hasta increíble, con la única función, aparentemente, de ir mostrando al espectador todo tipo de personajes estereotipados de la comunidad gay, más bien como para epatar al espectador que para que formen parte de la historia, la cual pierde interés en función de todo el ambiente gay. La intriga va dando saltos de forma casual, y casi siempre porque en un momento determinado una loca se va de la lengua, pero no por las deducciones de la investigación policial. Hay que ver que mal trata la película el aspecto chismoso del ambiente. Por fallar, falla hasta la historia de los dos policías, que solo de vez en cuando, y gracias a su buena interpretación van mostrando su avance en la relación de su amistad. Pero se trata de una comedia, y una comedia al estilo de Hollywood, cuya función es entretener al espectador sin meterle demasiadas complicaciones para pensar, tocando de vez en cuando su fibra sensible. Para no ser muy destructivo con la crítica destacaré dos cosas positivas: el magnífico trabajo de interpretación de John Hurt, aunque este personaje ya lo ha hecho otras veces, y el culito blanco de Ryan O’neal que volverá locas a todas sus fans.