Dirigir una película es controlar absolutamente todo lo relacionado con ella, hasta el dinero que se gasta, y por supuesto controlar la edición o montaje. Si empiezas una película con una música en primer plano y de repente la cortas para pasar al plano de otro protagonista, dentro de la misma secuencia, pues se produce un rechazo en cualquiera que entienda un poco de cine. Esto en el cine porno no tiene la mayor importancia y aquí, visto lo visto, tampoco, porque a fin de cuentas la película parece un film porno al que se le han sustituido las escenas de sexo con disquisiciones filosóficas sobre la intimidad, la necesidad de salir del armario y el derecho al matrimonio entre homosexuales, aparte otras muchas más reivindicaciones gay. Pero para ser una película militante tendría que ser al menos una película correcta en todos los aspectos cinematográficos. No hablaré de la música, de la fotografía, de la ambientación; no vale la pena. Solo hablaré, para terminar, de la interpretación: muy mala. Bueno, y algo más, los actores se pasean desnudos o en bañador por la pantalla todo el tiempo que no están en la cama, pero siempre hay algo por delante para que no se vea ningún desnudo frontal completo. Lo más ridículo es como se procuran colocar las sábanas en las escenas de cama. ¡Ah!, es una hermosa historia de amor, con planteamiento, nudo y desenlace.