Al igual que el mítico disco de los Cure, True Detective comienza con un hype que se va gestando poco a poco, de forma contundente y adulta. Como un cuásar que explotara ante tus ojos y mientras se va apagando, esa ceguera te fuera absorbiendo en un agujero negro de ambientes tan sórdidos como exuberantes y sugerentes.

El formato seriado, se transforma en un orgasmo continuado, con ocho horas de puro frenesí diabólico y siniestro. El nihilismo de McConaughey junto al carácter redneck de Woody Harrelson, hacen de la serie una constelación de puñetazos amorales.

Las interpretaciones son soberbias y se amalgaman perfectamente con la ambientación grotesca y sinuosa. Las escenas no se cortan en mostrar carne e ironía fresca y cruda.

De la "idílica" vida de Hart a la torturada existencia de Rust, hay una bruma oscura que guía a los personajes por pantanos, prostíbulos y situaciones grotescas. Siempre dejándote en el clímax, en el Rubicón más salvaje.

Lo que pasará a la historia es sus dos personajes, Matthew está soberbio, pero llama especialmente la atención Woody Harrelson con un personaje totalmente creíble y su propio infierno. Dos personajes perfectamente interpretados y que difícilmente podrás borrar de tu mente, pues sus interpretaciones se te clavan como dos clavos ardiendo en las entrañas del cerebro.

Serie plenamente recomendable para aquellos que les gusten historias como "From Hell" de Alan Moore, (de la que mama bastante) Twin Peaks, (pero sin copiarla descaradamente) y Sherlock Holmes.

Y si te gustó la interpretación de Woody Harrelson, nunca dejes de ver una película ochentera con el mismo ambiente siniestro que esta serie: Bay Coven (1987) allí podemos ver a un jovencísimo Harrelson enfrentando sectas de brujos.