Conan, el máximo exponente del anti-héroe cincelado en la brutalidad Nietzscheana: un ser que, entre gruñido y mandoble compulso, saborea la filosofía de Som, la poesía de Kitai y las doncellas de carnes más delicadas, (escena hilarante donde las haya)

Conan al igual que su actor y el trasfondo de la película, son tan duales... que solo puedes amarlos u odiarlos. En la superficie únicamente se atisba a un actor austriaco hiperciclado, con nulas habilidades interpretativas y una simpleza de miras apabullante. Culto al cuerpo, aceite, hormonas, narcisismo expósito y vengativo, individualismo, ultraderechismo y alineamiento. Frente al grupo, lo social, lo "libre" con la serpiente "froidiana-falocéntrica" encarnada por Thulsa Doom como estandarte del "amor libre": un zahorí que haya en el acero de la persuasión/manipulación el auténtico enigma que constriñe al aguerrido cimerio.

El enigma del acero no es más que el brutal ménage à trois que mantienen Nietzsche-Froid y el darwinismo social en el relato clásico de cuento de hadas: el poder de la voluntad.

Conan simboliza el paradigma y espectro del soñador en el cuento de Hadas. Engendrado por el cocainómano veterano del Vietnam y parido por la mano supremacista de John Milius: esbozando el paradigma sociológico de Norte América y su rol: "yo sólo contra la aldea mundial". Conan opera guiado por sus instintos, (venganza) siempre por encima del bien y del mal. Donde la voluntad es la que moldea a la materia, (Thulsa Doom)

Pasión y lirismo Pulp, que junto (a la también excepcional) Excalibur , constituyen los pilares del cine de aventuras por antonomasia. Su intensidad visual y entretenimiento puro y duro, no son óbice para aglutinar una mitología de ideas universales.