No es una gran película ni pasará al recuerdo colectivo por su atropellado desarrollo.

Aunque si hay algo positivo que mencionar en la película, es ese frío juego entre la idealización de un pasado que nunca volverá y un presente insulso que lleva al personaje principal a no evolucionar.

Escenas como la de la fiesta o el recuentro en el bar reflejan estupendamente ese dicho "vergüenza ajena", pues mientras el personaje de Charlize Theron se obsesiona con recuperar su antigua gloria, los personajes con los que se tiene que desenvolver la devuelven a la fría y cruda realidad: la vida es una rueda, que gira y gira y gira... Mientras creemos que sólo nosotros estamos pensando y perfilando un futuro, es un error creer que las demás personas se han quedado estancadas en el pasado.Y es ahí donde la película gana sus enteros, en mostrarnos un personaje neurótico y egocéntrico que no puede olvidar lo que una vez fue y que mientras no suelte marras, nunca logrará madurar.

Patrick Wilson está anodino total, como en plan: "me dejo llevar por la situación porque a nadie le amarga un dulce", pero al final queda claro que lo importante en su vida es la realidad: su mujer y sus hijos. Evolucionar al siguiente nivel, algo que el personaje de Charlize Theron es incapaz de ofrecerle, porque como bien reza el título de la película "Young Adult", es el mismo egocentrismo y desesperación de la "guapa" por cazar a su ex, lo que la llevaría de igual manera a desecharlo una vez consiguiera atraparlo.

Al final no es más que esa eterna batalla entre la reconfortante seguridad de una pareja estable, y el cierto morbo que supondría salirse fugazmente del guión establecido por un matrimonio más o menos feliz.

En resumen: pasable y con momentos interesantes, nada más.