Media votos
5,8
Votos
9.429
Críticas
199
Listas
63
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Wanchope:
4
5,7
19.694
Comedia. Romance
El guion, obra del dramaturgo Bert V. Royal, es una versión moderna y en clave estudiantil de “La letra escarlata”, la novela de Nathaniel Hawthorne. Narra la historia de una joven que decide fingir que lleva una vida promiscua, creyendo que así obtendrá algún tipo de beneficio. Sin embargo, las circunstancias se volverán en su contra. (FILMAFFINITY)
28 de octubre de 2010
12 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin acritud alguna, tildar de "golfa" a una mujer es bien sencillo, especialmente si eres hombre y además adolescente. Ya se sabe, quién se lía con 10 es un crack, pero la que se lía con 10... ni siquiera hace falta hacerlo, porque un don que poseemos tanto ambos sexos es hacer caso únicamente a lo que nos interesa cuando nos interesa. A veces ni eso, una opinión sin fundamento alguno es más que suficiente para que un simple pensamiento fortuito pueda dar lugar a la más elaborada de las verdades de la misma manera en que el rumor de un sencillo beso puede transformarse de mano en mano hasta convertirse en una polvo antológico.
Este es el fundamento de 'Rumores y mentiras', nueva subsidiaria del modelo conocido como "comedia adolescente norteamericana de instituto". Una mentira da paso a un rumor, este rumor a otra mentira y así sucesivamente hacia delante y más allá. A partir de ahí la cinta pretende asumir hacia la comedia adolescente la misma condición que 'Scream' asumió en 1996 hacia el cine de terror, reciclando abiertamente los clichés de su modelo cinéfilo de forma plenamente consciente para darle vuelta a la tortilla en busca de la categoría de comedia inteligente, diferente, original y fresca. Y digo no más que "en busca" porque ahí donde 'Scream' triunfó 'Rumores y mentiras' falla, pues al final este tono sarcástico no es más que una fachada sin pulir de una película que aunque no pretende ser "otra estúpida película americana" enseña los dientes sin morder, y a pesar de sabe dorar un lado de la tortilla no sabe darle la vuelta condenándola a ser poco más que, precisamente, "otra estúpida película americana..."
¿Hace falta ser norteamericano para comprender plenamente producciones de este estilo? ¿En verdad suelen resultar así de estúpidas porque lo son... o simplemente es que nos resultan más o menos estúpidas por razones culturales? He de admitir que nunca he sido un adolescente de un instituto de secundaria yanqui, y me da que es una experiencia de la que nunca podré participar, y si bien tampoco he estado nunca en Tatooine y no por ello dejo de disfrutar de Star Wars, se me antoja que uno ha de asumir fervientemente y sin rechistar una serie de valores para poder aceptar plenamente relatos de esta índole y obviar según que detalles. En 'Rumores y mentiras' venimos a encontrarnos todos los tópicos que personalizan el clásico relato enmarcado en este subgénero, y de ahí que aunque intente salirse por la tangente lo hace de una forma tan poco inspirada, en donde el texto no acompaña a la voluntad, que acaba reincidiendo en aquello que ya hemos visto muchas otras veces con anterioridad, con lo que a poco que tengamos vivas en nuestra memoria otras muestras previas del mismo surtidor el factor sorpresa escasea en las imágenes de una puesta en escena por demás plana. Y es que no deja de ser un producto 'mainstream' por mucho que pueda oler a alternativo, con lo que no hay alcance para la mala leche subyacente.
Este es el fundamento de 'Rumores y mentiras', nueva subsidiaria del modelo conocido como "comedia adolescente norteamericana de instituto". Una mentira da paso a un rumor, este rumor a otra mentira y así sucesivamente hacia delante y más allá. A partir de ahí la cinta pretende asumir hacia la comedia adolescente la misma condición que 'Scream' asumió en 1996 hacia el cine de terror, reciclando abiertamente los clichés de su modelo cinéfilo de forma plenamente consciente para darle vuelta a la tortilla en busca de la categoría de comedia inteligente, diferente, original y fresca. Y digo no más que "en busca" porque ahí donde 'Scream' triunfó 'Rumores y mentiras' falla, pues al final este tono sarcástico no es más que una fachada sin pulir de una película que aunque no pretende ser "otra estúpida película americana" enseña los dientes sin morder, y a pesar de sabe dorar un lado de la tortilla no sabe darle la vuelta condenándola a ser poco más que, precisamente, "otra estúpida película americana..."
¿Hace falta ser norteamericano para comprender plenamente producciones de este estilo? ¿En verdad suelen resultar así de estúpidas porque lo son... o simplemente es que nos resultan más o menos estúpidas por razones culturales? He de admitir que nunca he sido un adolescente de un instituto de secundaria yanqui, y me da que es una experiencia de la que nunca podré participar, y si bien tampoco he estado nunca en Tatooine y no por ello dejo de disfrutar de Star Wars, se me antoja que uno ha de asumir fervientemente y sin rechistar una serie de valores para poder aceptar plenamente relatos de esta índole y obviar según que detalles. En 'Rumores y mentiras' venimos a encontrarnos todos los tópicos que personalizan el clásico relato enmarcado en este subgénero, y de ahí que aunque intente salirse por la tangente lo hace de una forma tan poco inspirada, en donde el texto no acompaña a la voluntad, que acaba reincidiendo en aquello que ya hemos visto muchas otras veces con anterioridad, con lo que a poco que tengamos vivas en nuestra memoria otras muestras previas del mismo surtidor el factor sorpresa escasea en las imágenes de una puesta en escena por demás plana. Y es que no deja de ser un producto 'mainstream' por mucho que pueda oler a alternativo, con lo que no hay alcance para la mala leche subyacente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Un factor fundamental en producciones como esta es la aceptación por parte de cada cual de los personajes más relevantes de la trama quiénes, más allá de ser estereotipos de limitadas prestaciones mentales en la mayoría de las ocasiones, deben presentar algún tipo de elemento que ofrezca algo a lo que agarrarse, tanto al público como a los propios actores, para que la narración proporcione algo más que una distracción barata, algo que por ejemplo sucedía en la simpática y reivindicable '10 razones para odiarte'. En este caso mi valoración personal puede jugarme una mala pasada, y un film que tal vez podríamos "salvar" con un suficiente ajustado, sólo tal vez, se ve abocado al suspenso por culpa del personaje de Emma Stone, prepotente marisabidilla que padece de incontinencia gestual y que se cree más lista e ingeniosa que cualquier otro ser vivo del planeta, uno de esos personajes que cuando no le afinas bien el punto juega en contra provocando algo cercano a lo que podríamos considerar como un odio visceral. Y no creo que por objeto tengamos odiar a la protagonista, como tampoco creo que tengamos por objeto sentir la más absoluta de las indiferencias ante los personajes secundarios tan insípidos que deambulan por la pantalla sin mucho que decir, incluyendo una larga lista de nombres como los de Thomas Haden Church, Lisa Kudrow, Malcolm MacDowell, Patricia Clarkson o Stanley Tuccy, estos dos últimos como los clásicos "papas superenrollados", que simplemente pasaban por ahí y cuyas aportaciones no pasan de ser tan discretas y olvidables que es más que posible que si uno no se fija en los títulos de crédito ni se dé cuenta de que han pasado por la pantalla.
Homenaje descarnado y subrayado al cine de John Hughes, indispensable e inevitable referente, uno se pregunta si es que el subgénero ha decaído hasta límites de sonrojante simplicidad carentes de emoción humana más allá de los chascarrillos ocasionales respecto a títulos ya míticos de los 80, "esa década prodigiosa" que últimamente parece todo el mundo querer recuperar, como bien le puede haber sucedido también al cine de terror, o si bien el respeto hacia títulos como 'Dieciséis velas', 'El club de los cinco', 'Todo en un día' o 'No puedes comprar mi amor' no es sino un ejercicio de melancolía hacia el cine de una época que en realidad nunca fue particularmente brillante, pero que sí supo influir en la educación de muchos de los que actualmente nos hacemos llamar adultos. Puede que el género aun esté esperando a su 'Scream', un título que sepa mirar tanto hacia el pasado como hacia el futuro para revalidar un modelo que necesita de un soplo de aire fresco que dote de nueva vida a un esquema aparentemente gastado y con poco que ofrecer. O puede ser que los años 80 queden lo suficientemente lejos como para empezar a considerarme lo suficientemente mayor como para que un gesto tan sencillo como el de un puño en alto ya no me merezca la suficiente atención como para convertirlo en un icono...
Homenaje descarnado y subrayado al cine de John Hughes, indispensable e inevitable referente, uno se pregunta si es que el subgénero ha decaído hasta límites de sonrojante simplicidad carentes de emoción humana más allá de los chascarrillos ocasionales respecto a títulos ya míticos de los 80, "esa década prodigiosa" que últimamente parece todo el mundo querer recuperar, como bien le puede haber sucedido también al cine de terror, o si bien el respeto hacia títulos como 'Dieciséis velas', 'El club de los cinco', 'Todo en un día' o 'No puedes comprar mi amor' no es sino un ejercicio de melancolía hacia el cine de una época que en realidad nunca fue particularmente brillante, pero que sí supo influir en la educación de muchos de los que actualmente nos hacemos llamar adultos. Puede que el género aun esté esperando a su 'Scream', un título que sepa mirar tanto hacia el pasado como hacia el futuro para revalidar un modelo que necesita de un soplo de aire fresco que dote de nueva vida a un esquema aparentemente gastado y con poco que ofrecer. O puede ser que los años 80 queden lo suficientemente lejos como para empezar a considerarme lo suficientemente mayor como para que un gesto tan sencillo como el de un puño en alto ya no me merezca la suficiente atención como para convertirlo en un icono...