Hay mierda de la buena y de la mala, de la insufrible y de la disfrutable. Y lo cierto es que no resulta nada halagüeño para una película empezar una crítica hablando sobre las distintas clases de mierda (cinematográfica). En un principio pensé en colgar una foto de una mierda sin más, ya se sabe, a buen entendedor pocas palabras bastan y una imagen vale más que mil palabras. Pero buscando imágenes que ilustrasen el concepto de una manera rápida y eficaz, y ante según qué ejemplares encuentra uno por ahí que pueden dar lugar a un verdadero "mal gusto" al final he creído que lo mejor era prescindir de tal idea ante la posibilidad de herir la sensibilidad de alguien.

Así que en vez de una imagen voy a emplear las palabras, espero que muchas menos que las mil que en teoría se requieren porque, sinceramente, por mucho que se pueda disfrutar despellejando una pésima película no sé de cuantas maneras diferentes soy capaz de describir lo que a estas alturas, creo, ya ha quedado bastante evidente, amén de que tampoco me apetece dejarme las yemas de los dedos sobre el teclado. Y es que 'Skyline', más allá de sus efectos especiales, no hay por donde cogerla. Siento ser tan directo, tan cruel, pero es que literalmente hablamos de "una mierda". Y lo peor de todo es que esto no es lo verdaderamente malo: lo malo es que ni es de la buena ni es de la disfrutable, usease, es de la mala lo peor.

'Skyline' cuenta, y es un decir, una de esas historias en la que la humanidad ha de hacer frente a una amenaza surgida del espacio exterior, amenaza que es vista a través de los ojos de una pareja de visita en Los Ángeles que se encuentra refugiada, junto a otros supervivientes, en un enorme edificio acechado continuamente y en los momentos más inoportunos por toda clase de criaturas dotadas de potentes luces y una evidente acritud hacia el ser humano. Dicho así la idea puede sonar interesante, que lo es, de la misma manera que la imagen de miles de personas siendo, literalmente, absorbidas por una gran nave suspendida sobre el cielo de Los Ángeles cabe reconocerla tremendamente estimulante, capaz por sí sola de vender una película. Pero del dicho al hecho hay un buen trecho. Y es que 'Skyline' no es más que una idea, un concepto, la suma de una serie de apuntes visuales hilvanados pobremente entre sí que apenas si dan para unos fotogramas dignos de atención, sueltos y entremezclados en un celuloide impreso con material de tercera división donde sus responsables tan sólo parecen preocupados por presentar unos efectos especiales convincentes y baratos.