Deliciosa, profunda, punzante crítica a la sociedad esperpéntica del aislamiento resultante de la desaparición del tejido social comunitario en esa dicotomía global-local. En este marco, emergen como hongos cientos, miles, millones quizás de soledades customizadas construídas a medida de la persona que no es aceptada por su entorno próximo. La comunicación y la empatía como ungüento mágico para nuestras heridas más profundas.

La terapía social, el contacto físico, la compaginación de la intimidad con la no invasión. "No somos reales así que duraran para siempre", personalmente me quedo con la finitud y el disfrute del momento que vives. En definitiva, un torrente de sensaciones y emociones afloran y nos llevan a una última pregunta: ¿El mundo está hecho para nosotros o nosotros para él?".