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Voto de Benjamín Reyes:
7
Animación. Fantástico. Musical. Drama En Edimburgo, en 1874, nace Jack en un día tan gélido que su corazón se congela. Para reanimarlo, le implantan un artilugio conectado con un reloj de mecanismo muy delicado. Con él tendrá que vivir Jack siguiendo tres reglas: no tocar nunca las agujas, dominar la cólera y, la más importante, no deberá enamorarse jamás. Si no cumple esas reglas su corazón dejará de funcionar. Todo va bien hasta que conoce a una chica con gafas que le ... [+]
20 de mayo de 2015
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La animación francesa ha generado en los últimos años grandes títulos como “Persépolis” (2007), “Bienvenidos a Belleville” (2003) o “El ilusionista” (2010), estas dos últimas de Sylvain Chomet. “La mecánica del corazón” no llega al nivel de los filmes anteriormente reseñados, pero resulta una estimable cinta que se adentra, de forma original, en el sempiterno tema del enamoramiento. No hay que olvidar que el amor es uno de los grandes temas de la historia del cine, desde “Sucedió una noche” (1934) a gran parte de la filmografía de Woody Allen y François Truffaut, pasando por clásicos atemporales como “Ninotchka” (1939) o “Casablanca” (1942).
Lo genuino de “La mecánica del corazón” es que afronta una temática adulta empleando una animación aparentemente orientada a los infantes, que estéticamente está emparentada con la reciente “The Boxtrolls” (2014), pero que temáticamente se acerca al cine de Tim Burton, manteniendo una personalidad propia al presentar una estética lúgubre y una iconografía surrealista que entremezcla la cultura anglosajona, la gala y la hispana (existen referencias a “El Quijote”). Como curiosidad cabe reseñar que la singular Rossy de Palma pone la voz al personaje secundario de Luna tanto en la versión francesa como en la española.
Lo más destacado de “La mecánica del corazón”, nominada a mejor película de animación en los premios César del año pasado, es el sentido homenaje al cine mudo, y concretamente, al cine de Georges Méliès, uno de los pioneros del cine y creador de la totémica imagen del cohete estrellado en la Luna en su seminal filme “Viaje a la Luna” (1902). El largometraje de animación francés pone en boca de Méliès (al que pone voz Jean Rochefort, uno de los grandes actores de los últimos 50 años del cine francés) la elocuente frase: “Crees que los funambulistas piensan en que sucedería si se cayeran. ¡No! Disfrutan de la emoción de sentir el peligro corriendo por sus venas. Si te pasas la vida evitando que te hagan daño te morirás de aburrimiento”. Esta sentencia pone de relieve que las historias de amor presentan muchos giros de trama. Amar y ser amado entraña entrar en un carrusel de emociones, en el que se entremezclan todo tipo de sensaciones. La acertada metáfora del personaje protagonista, que en lugar de un corazón biológico tiene un artefacto mecánico cuyos engranajes se revolucionan hasta tal punto que su vida corre peligro, refleja a la perfección que en el terreno emocional todo es posible, en un sentido o en otro.
Este cine adulto con envoltorio infantil viene de la mano de Mathias Malzieu, líder del grupo de rock Dyonisos (que coherentemente firma la banda sonora), que en su debut en la dirección, en comandita con Stéphane Berla, nos presenta una interesante visión del amor alejada de la ñoñería de las películas basadas en los “best-sellers” de Nicholas Sparks, artífice de las lucrativas “El diario de Noa” y “Lo mejor de mí”. Cuestión de buen gusto.
Benjamín Reyes
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