Solo unos bravos y locos apasionados de la cultura pop y el folclore de nuestro país como los Javis serían capaces de hacer una serie sobre La Veneno, pero es que además han conseguido mucho más que eso, algo impensable. Han logrado hacer de la vida de Cristina una serie, no sólo para todos los públicos, sino además, una que gustase hasta al público más exigente. Por la calidad tanto técnica como artística, con una mención especial de apuestas arriesgadas que han terminado siendo fenómenos, como Paca la Piraña y todo el reparto protagonista con unas interpretaciones que derrochan arte y te ponen la piel de gallina. Está en boca de todos que Veneno ha marcado un antes y un después en la industria, pero más allá, y sin restar importancia, de lo que significa socialmente, han hecho una obra de una calidad que toca techo, una creatividad que nos ha regalado planos mágicos e inolvidables como la secuencia del cambio de cadena y fin del programa de Pepe Navarro o el plano de la firma del libro en la discoteca Boite, que merecen ser vistos y revistos. Todo con una minuciosidad y un amor incalculable por los detalles, de los cuales está llena la serie; como todos los cameos que no dan puntada sin hilo. Como ya pasaba en Paquita Salas, juegan con la metaficción de una manera maestra que se termina convirtiendo una experiencia, que ya de por sí, es fantástica, en un juego de captar los incontables guiños que te va dejando la serie casi en cada fotograma. Solo me queda unirme a toda esa buena acogida que está teniendo Veneno, de lo cual me alegro mucho porque, ¿quién se lo hubiese imaginado cuando miraban a Valeria por encima del hombro por estar escribiendo una biografía sobre La Veneno? Pero cuando las cosas se hacen con talento, trabajo y mucha pasión nacen maravillas como esta, que rompen con todo, por no importarle, precisamente como a Cristina, ir a favor o en contra de lo establecido.


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