"Thriller enérgico...", "excepcional debut...", "vibrante perfil..." y un largo etcétera. ¡Vaya por Dios! Y, ya puestos, ¿por qué no "La historia interminable"? Lamento ser un aguafiestas. Para mí esta película no es sino un insoportable ejercicio de autocomplacencia por parte del director/guionista. Aaron Sorkin, ha querido entrar pisando fuerte en su debut como hombre orquesta, y ha compuesto una obra excesiva que le viene grande. Yo al menos, ya desde el arranque, tardé un buen rato en comprender qué es lo que me estaba intentando contar aquella absurda y desquiciante voz en off. Cuando por fin lo conseguí no tardé mucho en perderme de nuevo por los meandros de esta laberíntica historia. Y no porque esta fuera especialmente interesante ni compleja, sino más bien por lo deslavazada, pretenciosa y superficial. Sorkin ha intentado construir una especie de "Ulysses" de la cinematografía, pero solo lo consigue en lo que a pesadez se refiere. Si hay además de esto algún leitmotiv, idea rectora o intención subyacente que vertebra esta historia, confieso que ni lo sé ni me importa. Perdí todo interés por lo que sucedía en la pantalla a los pocos minutos del comienzo.
Una vez más tengo la impresión de que aquí lo que menos importa es contar una historia de forma competente, pues lo que en realidad cuenta es el contexto. Se trata de subirse al carro de la imparable avalancha de cine feminista que se nos viene encima. Se veía venir. Nuestros amos son, en el fondo, como niños: absolutamente previsibles. No engañan más que a los ciegos. "Lou Andreas Salomé" y "Las estrellas de cine no mueren en Liverpool" eran tan solo el aperitivo. Lo esencial es que la protagonista sea una mujer y, a ser posible, una mujer de carácter. Que la historia no funcione o que, directamente, sea una chorrada da lo mismo. Y, si no, a las pruebas me remito: además de "Molly´s Game", las otras películas en la cartelera de mi cine habitual eran "Miss Kiet´s", "Miss Dalí", "Las guardianas", "El orden divino" y alguna otra que me dejo... ¿Casualidad? Lo dudo. Ni tampoco creo que se trate de una simple moda sino, de nuevo, de ingeniería social. Después de la oleada de cine LGTB ahora toca esto, y habrá que tragar. Que la mayor parte de estas obras sean tan patéticas, pretenciosas y mediocres como esta película no parece importarle a nadie. La agenda tiene que cumplirse.
Sobreviviremos...
No quiero terminar sin comentar el brillante trabajo del guionista, que, si no recuerdo mal, es el mismísimo Aaron Sorkin. ¡Grande lo tuyo! Hacía tiempo que no escuchaba unos diálogos tan artificiosos, redichos e insoportables.
En cuanto a Jessica Chastain, lo que yo he visto no es ninguna interpretación deslumbrante, sino más bien una sucesión de poses tan forzadas y amaneradas, que me hacen dudar de su condición de mujer. Y lo digo en serio.