Cuando con gran amargura se ve inmersa de pleno en la tercera edad, Daisy se encuentra inesperadamente con un faro guía que la conducirá hacia caminos que le harán recobrar la ilusión por la vida hasta el final de sus días, generándose una bellísima metáfora en la escena final cuando ese faro guía sigue llevándola (y conduciéndola) de la mano hacia cosas tan nimias (pero a veces tan complicadas para una persona casi centenaria) como es el de hacerle llegar unos simples bocaditos de pastel a la boca. Sublime momento.

Por eso lo único que me parece desafortunado de este film es la traducción del título al castellano, pues el responsable de ello no ha parecido entender el significado de "driving" dentro del contexto de la película.