Las referencias a la emblemática "El puente sobre el río Kwai" son inevitables. Algunas escenas y personajes parecen calcados. El planteamiento de la historia empieza muy bien. Es curioso el contraste de culturas y costumbres entre la tradición nipona y la occidental. Pero esto no justifica una película. Por suerte, la puesta en escena y los actores están muy bien, al igual que la banda sonora. En especial, David Bowie se luce, demostrando unas tablas al mismo nivel como actor que como músico rockero. Sin embargo, el desarrollo se alarga en exceso y algunas divagaciones en "flashback" no tienen demasiado sentido. Esto hace desmerecer a la producción.