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Voto de John Giraldo:
4
7,2
191
Documental. Animación
Pequeñas voces es un documental de animación y la primera película latinoamericana en 3D. Estrenado en Venecia empieza con un dato escalofriante, según los datos de la UNICEF en Colombia hay un millón de niños desplazados a consecuencia de la guerra que se vive en el país. Seguramente muchos estudiosos y especialistas tendrían bastantes cosas que decir acerca de este aterrador hecho, pero el director Jairo Eduardo Carrillo ha tenido la ... [+]
29 de septiembre de 2011
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: John Harold Giraldo Herrera
La primera película en 3D hecha en Colombia, es sin duda un gran logro, más cuando la película es presentada para un público basto y al nacer de un trabajo de varios años de búsqueda de su director Jairo Carrillo. Sin embargo, tras ser un logro, así como haberse enfocado en las desconocidas voces de sus protagonistas, involucrando infantes para narrar las historias, tiene una serie de vacíos. Parece que en Colombia el cine como lo dijo el crítico Juan Carlos González de la revista Arcadia, al hablar de Pequeñas Voces, marca una pauta la inclusión de voces ignoradas: la de los niños. En cierto modo, coincidieron varios proyectos cinematográficos que le ponen voz a los niños, Los colores de la montaña lo hizo, allí parece que hay un ruido, difuso, inconcluso de hechos violentos que no se sabe qué son y arrecian contra la población, pero que en el fondo insertan la voz de los niños escolares de la ruralidad con una violencia que sin ser física es muy brutal.
Luego, aparece esta otra y si bien la primera es difusa, Pequeñas voces ni aporta, ni dice, sino que maldice de una realidad avasalladora. Resulta siendo un vacío frente a un hecho tan trascendente para la vida de la nación como lo es la guerra que se libra desde hace décadas.
Claro, los niños de la guerra que ni dispararon: huyeron, pudo haberse llamado. Son niños que fueron llamados a reclusión, que padecieron la violencia hasta el hastío y la encerrona, sin embargo, al tratar de ser ecuánime la película, es decir, incluir voces diversas, la de cuatro niños, que narran en su propia voz los destinos de sus vidas, apunta a una tragedia: la salvación es la ciudad, no apunto a que hay que esperar la muerte, pero ver el idilio de la ciudad, es como creer que en un cárcel colombiana los presos se reeducaran. En la ciudad los niños vienen a una peor tragedia: la segregación, la humillación y la desprotección. Ese es el mayor vacío: presentar la ciudad como la gloria y la esperanza. Se le suman, además, todo ese vaciamiento político, como bien lo señala y argumenta el crítico Pedro Adrián Zuluaga en su blog de la pajarera del medio.
Es decir, vaciamiento en el sentido que se inclina hacia un estilo, hacia una idea, hacia una salida. Quienes la vean saldrán diciendo: “no hay más salida que venir a la ciudad porque el campo es una barbaridad”, como bien expresó un espectador luego de verla.
Sigo en spoiler
La primera película en 3D hecha en Colombia, es sin duda un gran logro, más cuando la película es presentada para un público basto y al nacer de un trabajo de varios años de búsqueda de su director Jairo Carrillo. Sin embargo, tras ser un logro, así como haberse enfocado en las desconocidas voces de sus protagonistas, involucrando infantes para narrar las historias, tiene una serie de vacíos. Parece que en Colombia el cine como lo dijo el crítico Juan Carlos González de la revista Arcadia, al hablar de Pequeñas Voces, marca una pauta la inclusión de voces ignoradas: la de los niños. En cierto modo, coincidieron varios proyectos cinematográficos que le ponen voz a los niños, Los colores de la montaña lo hizo, allí parece que hay un ruido, difuso, inconcluso de hechos violentos que no se sabe qué son y arrecian contra la población, pero que en el fondo insertan la voz de los niños escolares de la ruralidad con una violencia que sin ser física es muy brutal.
Luego, aparece esta otra y si bien la primera es difusa, Pequeñas voces ni aporta, ni dice, sino que maldice de una realidad avasalladora. Resulta siendo un vacío frente a un hecho tan trascendente para la vida de la nación como lo es la guerra que se libra desde hace décadas.
Claro, los niños de la guerra que ni dispararon: huyeron, pudo haberse llamado. Son niños que fueron llamados a reclusión, que padecieron la violencia hasta el hastío y la encerrona, sin embargo, al tratar de ser ecuánime la película, es decir, incluir voces diversas, la de cuatro niños, que narran en su propia voz los destinos de sus vidas, apunta a una tragedia: la salvación es la ciudad, no apunto a que hay que esperar la muerte, pero ver el idilio de la ciudad, es como creer que en un cárcel colombiana los presos se reeducaran. En la ciudad los niños vienen a una peor tragedia: la segregación, la humillación y la desprotección. Ese es el mayor vacío: presentar la ciudad como la gloria y la esperanza. Se le suman, además, todo ese vaciamiento político, como bien lo señala y argumenta el crítico Pedro Adrián Zuluaga en su blog de la pajarera del medio.
Es decir, vaciamiento en el sentido que se inclina hacia un estilo, hacia una idea, hacia una salida. Quienes la vean saldrán diciendo: “no hay más salida que venir a la ciudad porque el campo es una barbaridad”, como bien expresó un espectador luego de verla.
Sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Para nada se niega la condición deplorable de los campesinos, pero de ahí a mostrar la ciudad como salvación es una afrenta contra los propios campesinos y niños que viven en esas zonas. Pero el vaciamiento incluye más formas, las víctimas son inermes, desprovistas de cualquier parecer y su ideario es huir, nada más, y el hecho no sería menor, sino fuera porque la pretensión es mostrar los distintos matices de la guerra, es decir, son niños atacados por la guerrilla, el paramilitarismo, el ejército, pero se postraron frente a un bando: son niños inermes. Y la idea que queda es la desolación.Claro que es así, pero pasará mucho más que eso por muchas otras voces de la violencia que se han levantado de frente para posicionarse como sujetos de derecho, como personas reclamantes de su dignidad. Porque las que vemos en Pequeñas voces, han perdido el habla, hecho llamativo, y que tiene otra intención: impedir que los grandes hablen, sus voces son difuminadas y entendemos el hecho.
Los niños espectadores podrán vivir el pánico de sus semejantes, lo más cruel es robarles la esperanza y ofrecerles una historia mutilada, en la idea de una visión muy agreste de lo que pasa. No es para pintar florecitas, porque bien, el hallazgo de sus creadores, al no solo darles voz a los niños, sino mostrarnos sus creaciones dibujadas, constituye un adelanto técnico desafiante, pero que en últimas se ve subvalorado por darle relevancia a un contenido tendencioso. Quiero coincidir con lo que dice la profesora y crítica Andrea Echeverry en la idea que Pequeñas voces es: La voz enorme de los hijos del conflicto. Es enorme porque se les da un estatus y una prolongación de sus murmullos, de sus preocupaciones, pero están hechas y construidas (mediadas por preguntas e intereses adultos) por grandes, es decir, se muestran con una condición en la película y lo que queda -si bien nos ha sensibilizado, hemos visto un película bien hecha desde lo técnico y pretensiosa en marcar pautas- luego de dejar de verla al quitarnos las gafas 3D es que hemos obtenido una enorme distorsión.
Ver más en www.latarde.com/blogs/elgranojo
Los niños espectadores podrán vivir el pánico de sus semejantes, lo más cruel es robarles la esperanza y ofrecerles una historia mutilada, en la idea de una visión muy agreste de lo que pasa. No es para pintar florecitas, porque bien, el hallazgo de sus creadores, al no solo darles voz a los niños, sino mostrarnos sus creaciones dibujadas, constituye un adelanto técnico desafiante, pero que en últimas se ve subvalorado por darle relevancia a un contenido tendencioso. Quiero coincidir con lo que dice la profesora y crítica Andrea Echeverry en la idea que Pequeñas voces es: La voz enorme de los hijos del conflicto. Es enorme porque se les da un estatus y una prolongación de sus murmullos, de sus preocupaciones, pero están hechas y construidas (mediadas por preguntas e intereses adultos) por grandes, es decir, se muestran con una condición en la película y lo que queda -si bien nos ha sensibilizado, hemos visto un película bien hecha desde lo técnico y pretensiosa en marcar pautas- luego de dejar de verla al quitarnos las gafas 3D es que hemos obtenido una enorme distorsión.
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