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España España · Barcelona
Voto de El Criticón:
2
Intriga. Thriller. Terror Ken y Zoe se conocieron en la habitación 88 de un hotel. Ocho años más tarde, después de haber llevado una vida oscura y carente de principios morales, la frialdad y el silencio domina su relación. En la vida de Zoe ha aparecido un hombre que no es más que la personificación de sus miedos. Ken, por su parte, entabla amistad con un tal Víctor. Finalmente, Ken propone a Zoe revivir el comienzo de su relación en la misma habitación donde ... [+]
29 de junio de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“88” es de esas películas que posiblemente eran mejores en la mente del director de lo que luego vemos en pantalla. Tarda demasiado en tomar forma y lo hace de manera confusa y aunque hay casos en que la confusión añade originalidad al producto, eso solo funciona en manos directores con un universo especial, cosa que no sucede con Jordi Mollà quien aquí intenta jugar a ser Peter Greenaway o David Lynch y acaba bordeando una ridiculez inteligible (que posiblemente no agrade ni a él) para acabar en un final ridículo que no aporta ni un apice de entendimiento al conjunto. La confusión se apodera de absolutamente todo y el espectador no sabe por dónde caminar porque el director está demasiado enfrascado en lo que sea olvidando que es un producto para otros, no para tus amigos o para ti mismo. Es una película hecha sin pensar en el espectador e interpretada con la convicción de quien resuelve un sudoku poniendo números al azar por si acaso acierta, eso también se debe a la evidente desigualdad en la calidad interpretativa de los mas que correctos Ochandiano y Bonnin y el resto de actores que en muchos casos parecen amateurs o recitan sus textos sin apenas emoción. Durante todo el metraje tienes esa sensación de lo que podría haber sido y no es. Los experimentos a veces funcionan pero cuando no tienes un gran presupuesto o una gran experiencia deberías hacerlo mejor de lo que Jordi Mollà demuestra aquí. O en todo caso buscar un proyecto mayor (y mejor) que acerque al espectador a una comercialidad mas próxima y entendible. Porque de no ser así solo consigues un mediocre experimento que apenas satisface a una minoría y en muchos momentos bordea el ridículo (e incluso la caspa) sobre todo en su tramo final. Que conste que la película tiene buenas intenciones y es razonablemente más entretenida de lo que parece (aunque aburrida, al fin) pero da la impresión de que estamos compitiendo con un seiscientos en una carrera de Formula 1 y que, además, hemos conseguido el carné de conducir hace una semana en una tómbola. Y es que uno, cuando acaba de ver “88” se pregunta si Jordi Mollà se ha equivocado o simplemente es que no sabe hacerlo mejor.
El Criticón
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