Después de ver “Charlie Countryman” da la impresión que solo un actor como Shia LaBeouf sea capaz de imprimir al personaje de Charlie Countryman una sorprendente fragileza y un empaque dramático que ningún otro actor de su generación podría conseguir. De acuerdo, partamos de la base que “Charlie Countryman” es un recital de un Shia LeBouf intimista y efectivo. Pero es que además, “Charlie Countryman” es una película sorprendente e incluso mas entretenida de lo que parece a primera vista. No es esta la típica película de americano buscándose a si mismo en Europa aunque eso sea lo único que cuente. La diferencia es la manera en que lo cuenta y los personajes que utiliza. “Charlie Countryman” tiene momentos hermosísimos y otros tan cursis e innecesarios que asustan. Es de esas películas irregulares que pueden llegar a hacerte perder los nervios (sobre todo cuando nunca acaban de arrancar) pero cuyo empaque visual es tan poderoso que quedas fascinado por todo cuanto pasa por tus ojos. Es cursi, eso si, terriblemente hortera y pretenciosa. Es un compendio de folletín trufado de amor y violencia que no nos sonará a nada nuevo. Pero sigo insistiendo que la dirección, los actores y la maravillosa música de Moby consiguen darnos momentos absolutamente irrepetibles. En cierta manera “Charlie Countryman” tiene muchos puntos en común con “Solo Dios Perdona”, la diferencia es que mientras “Solo Dios Perdona” es una película adulta, este “Charlie Countryman” es más bien un divertimento inverosímil que de adulto tiene poco. “Charlie Countryman” es una película irregular que puede apasionar o a la que puedes odiar. A mí me apasionó y odie a partes iguales. Y eso significa que es buen cine, cine capaz de hacerte reaccionar. ¿Una película recomendable? Por Dios… no. No recomendaría “Charlie Countryman” a nadie, pero tampoco recomendaría a nadie “Stoker” ni “Holy Motors” y las considero obras maestras. Puede que “Charlie Countryman” no sea una obra maestra, le falta madurez. Pero es una película realmente curiosa e interesante que merece una oportunidad del espectador, aunque sea para que la odien.