“Mil maneras de morder el polvo” tiene todo para funcionar pero nunca acaba de funcionar. ¿Por qué? Vaya por delante que considero a Seth MacFarlane un genio del humor, aunque aquí ha pretendido abarcar demasiado (dirección, producción, guión y actor protagonista) y ciertos detalles no encajan. Su papel protagonista (sobre el que bascula toda la película) no produce empatía, esto se debe que no es un gran actor y eso se nota. Después tenemos evidente errores en un guión que no consigue compensar todos sus logros, los diálogos son magníficos (situando conversaciones actuales en el viejo oeste) pero si obviamos los diálogos y algunos gags afortunados, el resto está descuidado, la historia no avanza como debiera (lo hace a trompicones) y los personajes aparecen y desaparecen sin ninguna lógica argumental. En algunos momentos parece que la historia está en función de los gags (y no al revés, como debería ser). De acuerdo, los gags son geniales, Seth MacFalane es especialista en eso, pero no es suficiente, necesita un envoltorio mejor. Este “one man show” de Seth MacFarlane le ha salido rana, pero eso tampoco es un desastre porque detrás de esta película fallida (aunque entretenida) hay mucho talento (como ocurría en “Ted”) y el talento es algo que no se pierde, solo se desaprovecha. Una película de humor para adultos a ratos entretenida y con excelentes momentos cómicos.

Lo mejor: El baile del bigote. El momento “Regreso al futuro”. Los diálogos y algunos gags.

Lo peor: Seth MacFarlane como actor. Una historia imprecisa que se sustenta en momentos aislados, no en una línea argumental.