Si no se hiciesen películas como “El increíble Burt Wonderstone” habría que cerrar la industria del cine. No porque sea una buena película, no lo es (y esta a demasiadas galaxias de serlo) pero proporciona un espectáculo tal que resume en lo que el cine debería sustentarse: entretenimiento. La película flojea en muchos aspectos, es absurda y tiene momentos de vergüenza ajena pero ver a tal elenco de actores recitando frases tan increíblemente estúpidas como tu título merece un punto y aparte. Porque son los actores los que hacen que películas como estas sean uno de los motivos por los que amamos el cine comercial. Actores capaces de montar una escena desternillante (el reencuentro en el restaurante o la escena del hospital) que, nada que ver tiene con el cine de calidad pero nos proporciona momentos absurdos tan divertidos que decimos: si… me he olvidado del trabajo, de la hipoteca y del vecino ruidoso. La película tiene ritmo, el guión no es su punto fuerte, los actores están esplendidos y es rabiosamente entretenida (y razonablemente divertida). Siempre he defendido el cine comercial y siempre lo defenderé, sobre todo cuando está hecho con clase y talento. Si no existiesen películas como “El increíble Burt Wonderstone” no existiría el cine de autor o cualquier otro cine que queráis tachar de cine de calidad. “El increíble Burt Wonderstone” es un entretenimiento tan necesario para el cine como la cerveza para el vemú de los domingos. ¿Resume? La película es una suprema memez pero es tan entretenida que poco importa. Recomendada para adultos con corazón de niños y cinéfilos cansados de películas en blanco y negro subtituladas y con tanto ritmo como las caderas del Papa de Roma.