Cualquier persona se genera expectativas ante cualquier película, tanto en calidad como en el desarrollo del respectivo film. Debo admitir que he tenido algunos problemas para seguirle la línea argumental a un film como este o como la otra gran obra de Fellini, La Dolce Vita.

Tras esa introducción muy personal, tengo que recalcar que en este caso no se puede demeritar la calidad de producción y trabajo de Otto e Mezzo, rescatando la extraordinaria labor actoral de Mastroianni.

Sin embargo, la línea argumental es con la que en este caso tuve problemas, me costó mucho engancharme ante la crisis existencial del personaje, los sueños surrealistas, sus recuerdos, sus mujeres, sus presiones y sus confusiones. Todas presentándose juntas en un, eso sí, extraordinario clímax sobre el final del metraje.

El personaje principal entra en una desquiciada y problemática crisis, que lo tiene con la creatividad por los suelos, viéndose presionado por los productores del film y actores, que lo llenan con preguntas referentes a una película que en su mente se encuentra totalmente obsoleta, aunque él por su trabajo le sigue la corriente al resto.

Así el film divaga entre sueño y realidad, entre múltiples personajes, confusión por momentos, surrealismo, recuerdos, existencialismo, mujeres, mujeres, mujeres, música estimulante y rezago laboral.