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Costa Rica Costa Rica · Guápiles
Voto de 10P24H:
8
Drama Con las crecidas de primavera, el río Enguri se precipita sobre las tierras bajas de Kolkheti y, antes de lanzar rocas y limo al mar, las acumula aquí y allá en medio del río. En pocos días, incluso de la noche a la mañana, de estos escollos nacen grandes islas, cuyo suelo es rico y fértil. Un anciano de Abjasia y su joven nieta deciden plantar maíz en una de esas islas. Pero los soldados georgianos andan cerca. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2016
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Un texto contextualiza al espectador: el río Inguri tiene una particularidad, durante las crecidas en primavera, arrastra rocas y piedras que en algunos tramos de su curso, antes de salir al mal se acumulan en algún sector del río formando islas. Estas zonas son aprovechadas por los campesinos para sembrar maíz y aprovechar la cosecha para subsistir durante el invierno y el otoño.

Un hombre mayor (Ilyas Salman) es uno de estos labradores, quien tras encontrar una de estas islas decide establecerse ahí junto a su nieta (Mariam Buturishvili), construyendo incluso una pequeña cabaña donde viven. Tienen que pasar 19 minutos para que se dé el primer diálogo en el film, por cierto, muy corto, luego otra media hora para escuchar de nuevo a los personajes, Sí, Simindis kundzuli es de ese tipo de cine, y si no son capaces de sobrellevarlo, pasen por alto este largometraje.

Dirigida y escrita por el georgiano George Ovashvili, en el último apartado junto al holandés Roelof Jan Minneboo y Nugzar Shataidze, cuenta la historia de estos dos protagonistas en un momento muy específico, él como un hombre mayor lleno de sapiencia y ella, en una transición entre la niñez y la adultez, cuestión representada muy sutilmente. Pero no solo son ellos, el río cruza una zona en conflicto entre los georgianos y los abjasios.

Es curioso ver al abuelo encontrando esta isla y proclamándola como suya, dejando una seña al inicio del film que marca su pertenencia, era una tierra de nadie, sin disputas, contrario a este conflicto que sucede a su alrededor, de vez en cuando la calma del río y la noche se ve interrumpida por algunos balazos que se escuchan a lo lejos, o soldados que navegan en las aguas o que miran desde tierra a la chica, con ojos deseosos y desesperados hacia ella, cuestión que también ayuda a marcar la transición ya mencionada que vive.

La cinematografía de la película corre a cargo del veterano húngaro Elemér Ragályi, quien aprovecha el entorno natural para ofrecer una visión sublime y espectacular, con diversos encuadres que engalanan la propuesta, valga repetir que prácticamente todo el metraje transcurre en esta pequeña isla. Momentos poéticos, de una gran belleza visual y un final que es simplemente impactante, se prevé y es obvio, pero el impacto que alcanza es tremendo.

Simindis kundzuli es una obra minimalista, que borda la conexión que puede establecer el humano con la naturaleza, pero que también explora sus instintos más bajos, como la guerra y la venganza, un film sutil y hermoso.
10P24H
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