En la edición XX del Festival de Cine de Venecia por primera vez el Leone d’Oro fue compartido, en una decisión adrede ambos largometrajes se enfocan en las guerras mundiales. Il generale Della Rovere (El general de la Rovere) de Roberto Rossellini, ambientada en la II Guerra Mundial, y La grande guerra (La gran guerra) de Mario Monicelli, ambientado en la I.

Sin embargo, el guion realizado por el propio Monicelli, junto con Furio Scarpelli, Luciano Vincenzoni y Agenore Incrocci, -personajes muy curtidos de la cinematografía italiana y que trabajaron constantemente en conjunto- toma de contexto este evento bélico, pero el filme que tiene un claro objeto de denuncia, se desarrolla desde la perspectiva de dos soldados, por tanto no se enfoca en grandes batallas o generales.

Oreste (Alberto Sordi) y Giovanni (Vittorio Gassman) son los protagonistas del largometraje, la obra inicia en el momento en que se conocen en el reclutamiento para ingresar al ejército, pasa por algunas escenas de su formación, para luego pasar al grueso de los 135 minutos de metraje que transcurren mientras se movilizan a ciertos lugares estratégicos o cuando están en las trincheras.

El sinsentido de la guerra se refuerza aún más ya que ambos son completamente apáticos, no son nacionalistas ni les interesa todo lo que se mueve alrededor del conflicto, están ahí dadas las circunstancias y tampoco hacen su trabajo de la mejor forma.

Gracias a estos personajes es que se va ofreciendo esta crítica a la guerra, no hay mucho contexto en cuanto al conflicto, en las trincheras se defiende la posición, de hecho el enemigo no se ve, salvo una escena cómica y algunos momentos sobre el final donde, eso sí, cambia la perspectiva de la historia, y se entiende para el clímax de la película.

Es sencillo encasillar La grande guerra como una obra cómica, hay picardía y gágs por doquier, algunos funcionan mejor que otros pero al menos tienen una concordancia lógica con la fluidez narrativa del filme. Sin embargo, donde se muestra el buen trabajo de guion, es que a pesar de estos momentos, hay líneas de diálogos o eventos que vamos observando que recuerdan en todo momento el contexto terrible de una guerra, generando un correcto equilibrio.

No se puede dejar de lado la maestría demostrada por Monicelli en la dirección, un manejo majestuoso de grandes escenarios y múltiples extras, respaldado por un nombre como el de Dino de Laurentis en la producción para una obra que finalmente fue nominada a Mejor película de habla no inglesa en los Oscar.