Una mujer se despierta en una casa totalmente desorientada y sin recordar absolutamente nada de ella, ni de lo que ha pasado, en una televisión aparece un signo extraño y en su mente hay pocos recuerdos, como lagunas mentales.

Al salir de la casa aún sin comprender nada se da cuenta que las personas actúan de forma muy extraña, ella les habla, pero la gente lo único que hacen es grabarlas con sus celulares, pronto, un misterioso hombre comienza a perseguirla con la intención de asesinarla.

Fiel a todos los capítulos de esta serie -predispuesta a convertirse en una obra de culto-, White Bear se ambienta en un futuro (que puede ser muy próximo), en donde en esta ocasión la asiduidad por las atracciones roza lo ridículo.

White Bear no deja de sorprender en ningún momento, es impactante, aterradora, narrada con un pulso sobrio, en un inicio estamos tan perdidos como la protagonista, y poco a poco comenzamos a ir descubriendo lo que va sucediendo en tal sociedad.

Un capítulo (como es recurrente en la serie) con un discurso fuertísimo, que pone en tela de juicio lo ético y hasta qué punto pueden llegar las personas por seguir ciertos espectáculos que los hacen seguir alguna idea en particular.