Tras veinte años en los Estados Unidos como ilegal, Benjamín “El Benny” García (Damián Alcázar) es deportado a México, su país natal, se dirige al humilde pueblo que lo vio nacer, un lugar olvidado en el tiempo donde el único medio para llevar una vida un poco acomodada económicamente es metiendo al narcotráfico, en medio de una guerra entre dos hermanos por el control del comercio en la zona.

Al llegar Benjamín intenta acomodarse a su nueva realidad haciendo las cosas bien, consiguiendo un empleo y viviendo el día a día, sin embargo, pronto las garras del dinero “fácil”, la droga y las mujeres le harán cambiar la opinión, especialmente impulsado por el “Cochiloco” (Joaquín Cosio), un amigo de la infancia que se ha convertido en un matón de don José Reyes (Ernesto Gómez), el capo de la región.

En pleno bicentenario de la independencia de México, el realizador Luis Estrada regala este abrumador filme lleno de una critica ácida a las autoridades corruptas de su país, encontrándose en una condición que parece insostenible, donde retrata la inoperancia de una guerra contra el narco, en una sociedad cada vez más contaminada por las drogas.

Estrada, fiel al estilo que le ha valido reconocimiento internacional, no teme en mostrar esta dura realidad y la corrupción completa de la sociedad, desde el humilde que no encuentra otra forma de generar dinero, pasando por las autoridades religiosas y llegando hasta los federales. En un retrato fuerte, crudo que se puede antojar excesivo, pero que no está alejado de la realidad y esa es la validez del relato.

Cuantas risas no afloran al observar los mensajes llenos de faltas ortográficas que dejan los narcos en los cuerpos de sus rivales abatidos, o mientras intentan deshacer un cuerpo con ácido, o mientras se van observando la evolución del personaje del Benny, con su ropa, con sus artilugios, con las construcciones fuera de contexto que realiza, pero tras la risa, se vislumbra un dejo de inquietud que choca, es una realidad de tantas personas.

Una obra valiosa por su contenido, de una calidad inigualable, que detrás de su grandilocuencia invita a reflexionar, además de extraordinariamente interpretada por un elenco en estado de gracia, Estrada logra manejar un gran equipo de trabajo para presentar un largometraje inmejorable.