1951, Saigón, Vietnam. Mui (Man San Lu) una niña de una zona rural de apenas diez años llega a la ciudad para trabajar como sirvienta, en la casa de una familia adinerada que vive sus propios problemas internos, secretos que poco a poco la protagonista va esclareciendo, especialmente gracias a Ti (Anh Hoa Nguyen), una experimentada sirvienta que además se empeña en enseñarle el oficio.

La familia para la que trabaja es el detonante de los conflictos, ella es una pequeña parte del microcosmos que el realizador construye, en una laberíntica casa donde la cámara se moviliza con elegancia y pulcritud. Alrededor de esos problemas familiares cambia su condición laboral, así como su interrelación con los personajes.

Mui crece en un contexto de sumisión y de servilismo que pareciera no tener fin, una condición laboral sin posibilidades de salir adelante, el único medio puede ser un matrimonio que bajo esa forma de vida es casi imposible que suceda. A su alrededor se topa con algunos personajes de noble corazón, otros que la molestan y otros que la invisibilizan por completo.

El último tercio del filme se desarrolla diez años después, momento en el cual la protagonista (Nu Yên-Khê Tran) debe dejar el que ha sido su hogar y trabajo por diez años, debido a problemas económicos que está enfrentando la familia. A pesar de esto le consiguen trabajo en la casa de Khuyen (Hoa Hoi Vuong), un músico amigo de la familia que llegará a cambiar la vida de Mui.

Este es el primer largometraje del realizador Tran Anh Hung, que le valió la Camera d’Or del Festival de Cannes de 1993, cineasta de autor fue también el escritor del guion. Una obra que se construye con delicadeza, que tiene momentos bellamente retratados, que muestra parte de la cultura local, de contemplación, sin mucho dialogo ni bullicio, de emociones contenidas, con una cámara que sirve como guía.