Qué aburrido sería el cine si sólo se hicieran películas desde la lógica argumental, que tiene sus raices en el teatro griego. Es decir, desde lo racional, lo apolíneo, por mucha obra maestra que sea. Menos mal que hay gente, aunque muy poca, que escapa a ello. Hay poco que entender en esta película. Para disfrutarla debes desactivar el hemisferio racional del cerebro y dejar expuesto el más irracional. Algunas imágenes son de una belleza estremecedora: los dos viejos practicando sexo con la imagen de Cristo sobre la cama. A mi me recuerda a Pasolini, sobre todo por el trasfondo religioso que desprende.